La cartera de Educación sigue su itinerario a puros barquinazos
La guerra es un asunto demasiado serio como para dejárselo a los militares. La frase pertenece a George Clemanceau, primer ministro francés durante la Primera Guerra Mundial. Tal vez el Presidente Abdo Benítez se haya inspirado en este aforismo y crea sinceramente que la educación es un asunto demasiado importante como para dejárselo a los educadores. Y nombró en la cartera de Educación a un exviceministro de Agricultura. El portal oficial de la Presidencia de la informa que el ingeniero agrónomo Ricardo Zárate tiene experiencia en el sector privado habiendo ocupado cargos gerenciales en multinacionales como Atanor y Arysta LifeScience, ambas especializadas en productos agroquímicos y fitosanitarios. Lo del viceministerio del MAG es coherente con esta parte de su HV. Pero, ¿y educación?
Tres ministros en menos de cuatro años. El nuevo inquilino afirma que los procesos educativos no pueden parar. Le erró un poquito el flamante ministro. Tanto paró que estuvo dos años inerte, sin producir resultados evaluables. Zarate tomó la cartera como quien se hace cargo de una gasolinera o un supermercado. Anunció proyectos a los que se propone dar prioridad, como la transformación educativa. ¿Habla en serio? No sabemos si tiene a mano un diagnóstico de la erosión sufrida por el millón trescientos mil estudiantes de primaria y secundaria en su rutina formativa durante los 10 meses de cuarentena y los 24 de pandemia. Es lo mínimo que con seguridad debería haber exigido al sentarse en el ex sillón de Petta y de Brunetti. Es más. Tendría que haberlo hecho antes de iniciar su gestión ya que con Brunetti fue director general de Gabinete.
Pero tal parece que ese agujero negro causado por el COVID en el sistema educativo no le ha hecho mella al ingeniero agrónomo. Cree más urgente hablar con los sindicatos. Porque (sic) ellos son lo que conocen lo que debemos trabajar.
Sus predecesores hubieran empezado por allí, en lugar de contratar doctores y magisters en educación formados durante años en el país y en el extranjeros o gastar millones de dólares en consultorías internacionales. Para qué tanto afán si las cosas pueden encaminarse llamando a reunión a los sindicalistas.
De terror. Y mejor no pensar en el que vaya un día a sustituir al nuevo ministro. Da miedo sólo imaginar en el candidato “in péctore” que nos pueda tener reservado el Presidente.
