El estado, a medio camino entre Washington y Nueva York, puede tener la llave de las elecciones presidenciales del 2020. Joe Biden juega con ventaja como ‘héroe local’ de Scranton, la ciudad en la que nació hace 77 años. Donald Trump parte con el impulso de su victoria sorpresa sobre Hillary Clinton hace cuatro años. Los dos candidatos han decidido quemar aquí sus últimos cartuchos, separados por apenas cinco puntos en los sondeos locales (49% a 44% a favor de Biden, según el Muhlenberg College poll).
Y eso, en esa zona de Pensilvania, es mayoritariamente visto como una locura, mucho más que un pecado. Pero Pensilvania es diversa, muy diversa, y grande, bastante grande. Tan grande que es el Estado al que más atención le están prestando Donald Trump y Joe Biden en la recta final de la campaña. Visitan una y otra vez el que se asemeja a un enorme tubo de ensayo, a un Estados Unidos en miniatura. Esos 120.000 kilómetros cuadrados que pueden determinar quién ingresará como presidente a la Casa Blanca el 20 de enero de 2021.
Donald Trump conquistó en el 2016 el cetro de los 20 votos electorales de Pensilvania por una diferencia de 44.292 papeletas. Los demócratas han querido evitar esta vez el error de cálculo y han desplegado toda su maquinaria electoral, con el desembarco del propio Joe Biden el domingo en las calles de Filadelfia. Los disturbios raciales en la ciudad que fue la cuna de la independencia y la incertidumbre generada por el recuento de los votos por correo pueden añadir aún más tensión a la cuenta atrás en el estado más crucial.