Toda cofradía está sujeta a rígidos códigos de silencio y obediencia. Son curiosas las acepciones que la RAE otorga al término cofradía. Por un lado la define como una “congregación o hermandad que forman algunos devotos” pero también como “junta de ladrones o rufianes”. Quizá ésta última descripción sea la que más se aproxima al clima conque durante años se ha estado manejando la relación entre Paraguay y Brasil respecto a Itaipú: una “hermandad” cerrada a cal y canto de la cual sólo conocimos sus resoluciones y sus efectos pero no los condicionantes que las generaron ni el clima interno de negociación. Parafraseando al realizador británico Alan Parker en “Arde Missisippi”, “esa lata de gusanos tenía que abrirse desde adentro”, en alusión al férreo reinado del Ku Klux Klan en los estados sureños de EE.UU. En el “caso Itaipú”, el abrelatas lo tuvo en su momento un ex presidente de la ANDE, Pedro Ferreira, quien un día hizo saltar en pedazos la “omertá” (el pacto de silencio en la mafia siciliana) y cantó clarito cómo Brasil ha estado extorsionando a la mesa paraguaya de la binacional retrasando pagos y amenazando de diversas maneras a los negociadores para imponer sus condiciones en el reparto de energía. Sus deposiciones ante la Comisión Especial de Entes Binacionales y Desarrollo del Sistema Eléctrico del Congreso van a figurar en la antología de los destapes. Se supo así de cambios en los sistemas de contratación de energía más barata con beneficio para Brasil, del quid pro quo NicanorLula gracias al cual nuestro “consocio” pudo instalar dos generadores extra sin que Paraguay toque un solo kilovatio… y bellezas por el estilo. A partir de allí, una onda de indignación sacudió al país que, como nunca antes, se movilizó para condenar a los funcionarios desleales entregadores de la soberanía, exigiendo revisar a fondo la participación del Paraguay en un negocio que hasta hoy ha sido prácticamente coto de caza particular del Brasil. El ingeniero Ferreira, o Pedro el Destapador, hizo lo suyo. Se dice que hoy, él y su familia no tienen paz porque, tal como se usa en las organizaciones mafiosas, las amenazas no tardaron en alcanzarlo tras su paso por el Congreso. La nueva triada negociadora debía aprovechar el impulso, cosa que aún está en penumbra. Pero Ferreira se ganó, por derecho propio, el título de personaje del año 2019.
