Por Benjamín Fernández Bogado
El hermano del alma de Horacio Cartes, Darío Messer, ha cantado todo. Ha dicho todo lo que sabe y con todas las personas envueltas en varios crímenes de los que se le acusa en Brasil. Ha sido detenido hace más de un año y le llevó ese período de tiempo establecer lo que la ley de ese país le permite, la llamada “delación premiada”. Ayer los tribunales brasileños admitieron la delación de Messer que pone probablemente en circunstancias bastante poco agradables a sus socios en el Paraguay, durante mucho tiempo. Le van a forzar a pagar 200 millones de dólares de resarcimiento al Fisco y 18 años en prisión. Probablemente en términos iniciales, lo que le esperaba era como mínimo el doble del tiempo en la prisión y ha canjeado eso por contar todo lo que sabe y conoce. Para el Paraguay, la “Operación Patrón” es la que más tiene de preocupación a varios protagonistas de las acciones de Messer a su paso por el país. También están envueltos las autoridades durante el gobierno de Cartes. Todos ellos ahora empleados en su empresa bancaria. Ahí van a aparecer las ramificaciones y complicidades del Banco Central, de la Seprelad y de otras instituciones que deberían haber hecho lo que debían y no hicieron. Así también la Fiscalía General del Estado que ha tenido durante todo este tiempo el caso para investigar y no aceleró el proceso. Falta también el informe del Congreso en torno a la relación que mantuvieron Messer y el Gobierno de Cartes durante cinco años. La Operación Patrón comienza a ser un elemento de grave repercusión en el Paraguay, que no sólo será de carácter jurídico, tendrá fuertes connotaciones políticas.
