“Presidente… y la transparencia en Itaipú, aprovechando que el titular está aquí ¿va a dar la orden para transparentar Itaipú…? preguntó un colega. SI señor, respondió el presidente. Yo soy el proyectista de la Ley de Acceso a la información aquí” completó el presidente de espaldas, mientras ingresaba raudamente por las escalinatas de Palacio y con una custodia como si acabara de transponer la franja de Gaza. Solo había hecho entrega de las 20 camionetas de la binacional para ayudar con la distribución de vacunas.
Del niño asustado que tiene tristeza, que pasó varias semanas encerrado sin pronunciar palabra, pasamos al sobrador proyectista de la Ley de Transparencia, que ninguneó a la prensa y al periodista que se atrevió a romper el silencio imperante. Ni los buenos o malos asesores le indicaron a nuestro campeón anticorrupción, que la imagen de un presidente es la imagen de un país. Que la buena educación es dar respuestas de frente o bien llamar a conferencia de prensa e informar. ELEMENTAL lección para MITIC, que viene prometiendo mejorar la comunicación. De aquella liviana entrevista que concedió a Germán Martinez Vierci al asumir y luego a CNN, Mario Abdo Benitez, nunca se atrevió a una entrevista exclusiva, con algún periodista local, donde seguramente no aguantaría más allá de la segunda pregunta. Por eso llama la atención su actitud ganadora en tiempos donde al Paraguay, lo que le sobran son familias perdedoras de vidas queridas.
Del timorato presidente al autor de la Ley de Transparencia hay mucho más que un paso. Es todo un acto de arrojo el perifoneo de la autoría de la ley, de la que participaron connotados juristas y múltiples instituciones durante varios años, que elaboraron un prolijo trabajo que hoy el Licenciado en Marketing cacarea como si el huevo fuera de él.
Hubiera sido de gran provecho que más allá de ser uno de los firmantes de una comisión en el Congreso, se hubiera convertido en fiel custodio de la aplicación de la misma, tal como anunciara al asumir su mandato. Nadie me va a doblar el brazo en materia de corrupción y seré un celoso defensor de la república. Hoy casi ya no tiene brazos y la impunidad campea a lo largo y ancho del país. De los celos, nadie parece recordar tamaña amenaza y el temor a la ley no causa insomnio a los delincuentes, que saben más de las lecturas bíblicas que de la fortaleza del presidente. Como proyectista debiera saber que el primer país en tener una ley de acceso a la información fue Suecia, en 1766. Son doscientos cincuenta años implementando este derecho. La correcta pregunta del colega, no solo no tuvo respuesta, sino un silencio cómplice. Cuando se descubrió que Itaipú había comprado cerca de 50 camionetas en plena pandemia, la indignación pública no se hizo esperar. Esta semana, la donación de 20 no alcanza para tapar el sol. Lo único transparente son los vehículos aparecidos de forma repentina. ¿No lo sabe el ministro de salud y no le hizo saber al presidente que no es la mejor estrategia de marketing? ¿Transparentes camionetas para qué?
Las vacunas se trasladan en vehículos refrigerados y lo que hoy hace falta son ambulancias que cubran las demandas de urgencia en todo el país. ¿Dónde vive nuestro primer mandatario, que ni la centena de muertes diarias le agilizan los reflejos pandémicos y vacunatorios?
Cuando se publicó la Ley de Acceso a la Información en el 2015, Edison Lanza, Relator especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, contribuyó con su texto Oxígeno para la democracia. Muy lejos estábamos de pensar que nuestra precaria democracia, seis años después, no tendría oxigeno ni para los pacientes internados.
Si hay una característica que ocurre desde hace varias décadas y que la nueva ley no pudo hacer frente, es el secretismo con que se maneja la cosa pública y mucho más si ponemos el foco en las binacionales. Esta cultura de acomodar al pariente, al amigo, o al que me prestó dinero para la campaña electoral, no tiene nada de novedoso. Ocurre a vista y paciencia del proyectista, que siempre responde con la remanida frase “si hubo corrupción, que se investigue”.
El niño asustado o el marketinero de la transparencia, debe despertar si quiere durar en el cargo. Hay corrupción de todos los colores y para todos los gustos, aunque haya una dirección de transparencia opaca en cada Ministerio. Lo que difícilmente la ciudadanía le vaya a perdonar al partido de gobierno, es que lo único transparente sea el número de contagiados y muertos que cada día nos dan los medios. Ni la gestión para la vida (vacunas) ha sido transparente.
Si desea hacer un gesto, tiene el tema Itaipú en sus manos. Diputados dice que se debe transparentar; Senadores, patea la pelota afuera, mientras resuelve disputas menores y el presidente es una suerte de árbitro sin VAR, ni ayudantes que le avisen que, a este paso, lo único que pesa en su gobierno es su balanza personal, que cada día que pasa le marca un kilo menos.
Debería recordar el proyectista que de acuerdo a la ley cada ciudadano o ciudadana es dueño del Estado. De modo que cuando deciden que sus sueldos no deben ser transparentados o la binacional no puede violar el sagrado pacto internacional, están en abierta contradicción con lo que la ley manda. Transparencia clara. Es tan simple y sencillo como eso.