Seguramente has escuchado a tu madre o tu abuela decir que los electrodomésticos, los relojes, los muebles etc., ya no son como los de antes, en alusión a que ahora duran un suspiro. Si este efecto es fruto de una decisión premeditada por parte de la empresa, para que sus aparatos se rompan antes y así los consumidores nos veamos en la obligación de comprar uno nuevo y ellos vender uno más, estamos ante un caso de obsolescencia programada.
Limitar a propósito la vida útil de un producto o servicio para estimular una nueva compra es un asunto al que nos enfrentamos a diario y que afecta no solo a nuestro bolsillo, sino que incide directamente en el deterioro del medio ambiente pues está vinculada al exponencial crecimiento de la basura y desperdicios que producimos.
En 1924 Osram, Philips, General Electric, entre otros; se pusieron de acuerdo (cártel de Phoebus) para controlar la fabricación y venta de focos, mediante la creación de una obsolescencia planificada a gran escala, Ente otras cosas el acuerdo tenía como objetivo establecer criterios de calidad y precios para las bombillas, con la finalidad de estandarizar la duración a un promedio de 1000 horas de las 2500 que duraban inicialmente, es decir limitaron su vida útil a menos del doble.
Con el advenimiento de la segunda guerra mundial la operación del cartel se vio afectada, sin embargo, las ganancias que estas empresas obtuvieron en perjuicio de los consumidores y el mercado son incalculables.
A finales del 2018, Italia multó a Apple y Samsung con 10 y 5 millones de dólares, respectivamente, tras comprobar que instalaron actualizaciones de software en los teléfonos, para provocar que perdieran eficiencia con más rapidez. Además de la multa, tuvieron que publicar un comunicado disculpándose por esta práctica ilegal.
Según informe de las Naciones Unidas, cada año se producen alrededor de 50 millones de toneladas de residuos electrónicos y eléctricos. La cantidad es tan grande que para hacernos una idea de lo que esto representa nos invita pensar en 125.000 aviones jumbo aglutinados cubriendo por completo Manhattan. Cabe resaltar que de esto, solo se recicla correctamente el 20%. Finalmente señala la ONU que, si no se toman medidas, la cantidad de residuos se duplicará con creces para 2050, llegando a 120 millones de toneladas anuales.
Sin duda las medidas para frenar esta situación tienen que partir desde una voluntad política, para establecer leyes y reglamentos que permitan sancionar este tipo de prácticas, además y como siempre digo, como consumidores debemos elegir productos y servicios, no solo pensando en cubrir nuestras necesidades, sino también considerar que los mismos son fruto de prácticas empresariales responsables con la sociedad y el medio ambiente.