“Golpeen sus finanzas y todo el imperio caerá”
En la película “Scarface” (Caracortada) de Brian de Palma, el protagonista Tony Montana (Al Pacino) acumula tal fortuna personal traficando drogas que su banquero de Miami se ve en figurillas para “adecentar” el torrente de dólares que entra a diario en bolsones a su banco. Tosco y brutal, Montana hace su irrupción en el jet set floridano a fuerza de dinero, autos lujosos y mujeres hermosas. Su mansión dice a gritos que allí vive un capo narco y su entorno familiar comparte esa vida rumbosa, salida prácticamente de la nada.
El cine es eficiente para transmitir con unas pocas frases y muchas imágenes el poder del dinero como comprador de lustre social. En “Colombiana”, el jefe de un cartel sudamericano inscribe a su hija en una escuela exclusiva de Chicago, convenciendo a la ascética y rigurosa directora con un grueso fajo de 100.000 dólares, suficiente para derribar cualquier convencionalismo social.
Pero tal vez haya sido Tom Clancy, en su novela “Peligro Inminente” publicada en 1989, quien se adelantó a su tiempo imaginando al mismísimo presidente de Estados Unidos concertando un golpe mortal a las rutas del narcotráfico confiscando los fondos de un capo de la droga diseminados en bancos norteamericanos.
La bancarización es un paso. Radicado y “limpio”, el dinero del narcotráfico busca de inmediato otro destino menos expuesto y más difícil de rastrear. Investigadores estadounidenses han hallado que las inversiones inmobiliarias son el ambiente ideal para “enterrar” dinero producto del trafico de drogas, la evasión impositiva y la corrupción de Estado. Un caso paradigmático es el de Daniel Muñoz, un oscuro funcionario provincial que devino secretario del expresidente argentino Néstor Kirchner y que terminó siendo dueño de dos departamentos en el emblemático Hotel Plaza, frente al Central Park de Nueva York. Se calcula que Muñoz “invirtió” en EE.UU. más de US$ 60 millones por orden de los Kirchner.
“Golpeen sus finanzas y el imperio narco caerá” parece ser la consigna de los grandes operativos mundiales contra el negocio de las drogas. Extirpar un tumor es útil, pero si se quiere acabar con el cáncer, hay que hacer quimioterapia a fondo. A veces, hasta se llega a tiempo. Sólo que el enfermo debe convencerse de la urgencia de medicarse, en lugar de entregarse de pies y manos a la enfermedad.
