Teniendo en cuenta un estudio publicado en The Lancet Psychiatry Journal, un total de 1,2 millones de personas informaron sus niveles de actividad durante un mes y calificaron su bienestar mental. Las personas que hacían ejercicio tenían 1,5 “días malos” menos al mes que las que no hacían ejercicio.
Los deportes de equipo, el ciclismo y los aeróbicos tuvieron el mayor impacto positivo. Igualmente, se encontró que todos los tipos de actividad mejoran la salud mental sin importar la edad o el sexo de las personas, incluidas las tareas domésticas y el cuidado de los niños.
“Se puede decir que las actividades físicas aportan amplios beneficios a salud mental, pues trabajan de manera directa con las funciones cerebrales”, declaró la licenciada en psicología clínica, Gloria Petters, agregando que, el caso contrario, o sea, el sedentarismo, se encuentra en el cuarto lugar dentro de los factores de riesgo.
Lic. Gloria Petters
Teniendo en cuenta las expresiones de la psicóloga, la inactividad física ocasiona un deterioro funcional de las actividades mentales.
La conexión entre mente y cuerpo es tal que la licenciada mencionó que las personas no solo elogian un cuerpo bien ejercitado, sino también una “buena mente”, esto debido al trabajo realizado sobre el cuerpo, el cual se hace “físicamente”.
“La actividad física genera la producción de neurotransmisores, de manera específica la endorfina y serotonina, hormonas internas que aumentan la sensación de placer y bienestar, mejorando el estado de ánimo”, destacó Petters, recomendando que las personas se planteen la continuidad o el hábito de realizar ejercicios físicos, al beneficiar de manera directa a la sensación positiva del individuo.
¿Y SI NO ME GUSTA?
Ante la postura de “animadversión” hacia los ejercicios físicos, la licenciada indicó que en realidad corresponde a una inactividad generada por un hábito. Al final, no “odias” ejercitarte, sino que te habituaste a no hacerlo, del mismo modo en el cual una persona simplemente se habitúa a realizar actividades físicas y el gusto hacia ellas viene por añadidura.
“La inactividad puede generar sensaciones de desánimo, al mismo tiempo que no se crean los mecanismos necesarios para aumentar la energía. Al hacer actividad física, nos activamos y nos cargamos de potencia”, puntualizó.
Dentro del punto, la licenciada recomendó aumentar la actividad física porque no solo se cuenta con la endorfina, sino también por el factor importante que representan las glándulas adrenales, las cuales producen el aumento de glucosa en la sangre y de ese modo los músculos obtienen mayor energía para responder ante el estrés.
“De ahí la importancia de realizar actividades físicas, porque somos seres que producimos sustancias químicas en el organismo, a partir del equilibrio existente en la mente”, señaló la psicóloga.
La licenciada mencionó que la razón de la mayoría de sus últimas consultas en los últimos meses estuvo dirigida hacia la sincronicidad del bienestar físico con el mental, debido al desánimo que pueden sentir los individuos tras un bajo ritmo de activación.
“De este modo se suma el efecto de la inactividad, van sumando esas sensaciones negativas. Por eso, hay que trabajar de manera directa con la capacidad positiva del individuo, quien debe hacer actividad física inicialmente de forma constante, trabajando de cerca con su capacidad de decisión”.
OBSERVACIONES
Según Petters, las actividades físicas deben ir relacionadas de manera directa con una alimentación sana y variada, pues los beneficios de la actividad física se observan en el corto y largo plazo, pero siempre al ser acompañadas con una cantidad importante de buena alimentación, aparte de buenas horas de sueño y descanso.
