La demanda de vacunas motiva lo que muchos llaman la nueva guerra mundial en nuestros tiempos. El ganador de esta contienda consigue la mayor cantidad de dosis en el menor tiempo posible para inmunizar a su población. En este momento crítico, todos esperamos respuestas positivas en las negociaciones oficiales y extra oficiales pero la situación actual también requiere de prudencia y no falsas promesas.
La intención de los municipios de conseguir vacunas por cuenta propia sin intervención del gobierno en las negociaciones parece hasta ahora más una promesa de campaña que un trato formal y confirmado que ayude a proteger a la salud de la ciudadanía. Analicemos los hechos. La intención de acelerar la llegada de las dosis mucho más temprano que las ya pautadas y compradas por el gobierno como mínimo se presta a la suspicacia. Las firmas identificadas como “intermediarias” que ponen a disposición las vacunas para municipios que deseen comprarlas emiten una oferta tan buena y tentadora que hasta los santos dudaría de un milagro tan grande. Cantidades enormes (de cientos de miles), plazos cortos, facilidades amplias y un pago muy conveniente son los elementos más llamativos en esta negociación.
A esto se suman los antecedentes de las empresas: se dedican a inmuebles, equipos de computación, insumos de limpieza y de paso a importar insumos médicos. Esta batería de datos deja más dudas que certezas en el nivel de confiabilidad con que se realiza este proceso de compra paralela. Asunción es la ciudad que hizo el anuncio más recientemente y que cuenta con el acompañamiento del Ministerio de Salud para guiar las conversaciones.
En el afán de evitar las falsas expectativas, este es el peor momento para generar confusión y compromisos fallidos ante una población en emergencia económica y sanitaria.