En consonancia con el inicio de las clases presenciales, entre la población infantil se registró un incremento en el número de cuadros de ansiedad, pánico o una limitada tolerancia a las frustraciones. El miedo de volver a las aulas se hizo presente y con mayor fuerza luego del encierro de casi dos años, que afectó en mayor proporción a los niños, niñas y adolescentes con el cierre de las instituciones escolares.
Procesos cruciales como la socialización o la adaptación a la rutina escolar se vieron sustancialmente afectados durante los últimos dos años, en que los más pequeños se vieron obligados a aprender a partir de aparatos eléctricos.
“Debemos comprender que la ansiedad como tal es una emoción que cumple un rol específico, porque nos prepara para una posible amenaza. Sin embargo el problema radica en que en los trastornos de ansiedad, el miedo y las preocupaciones se presentan de manera excesiva y van acompañadas de conductas de evitación”, explicó la psicóloga infantil Alejandra Fernández.
Para ayudar a los niños a superar estos episodios de estrés o ansiedad, informarse constituye una tarea fundamental a fin de contar con la herramientas para identificar los signos de alarma que podrían estar experimentando un niño, niña o adolescente, aconsejó la profesional.
“Las manifestaciones (de estos cuadros) son variadas y para una mejor comprensión podríamos observar, a nivel emocional, signos como la angustia, miedo, ansiedad o irritabilidad. Por otra parte, a nivel físico también pueden aparecer dolores de cabeza y abdominales, náuseas, tensión muscular, malestares que no se logran definir. A nivel cognitivo predominan los pensamientos de que algo malo o peligroso va a ocurrir. A nivel conductual, se ve mucha dificultad para relajarse y conductas de escape, berrinches o aislamiento social”, citó.
Ante la presencia de estos signos, que indican cuadros de ansiedad o estrés en los niños, se debe acudir a un profesional del área de la psicología para obtener una evaluación adecuada y una intervención específica, sostuvo la psicóloga infantil. “El diagnóstico precoz y tratamiento son claves, ya que logran que estos trastornos no se cronifiquen”, agregó.
En esta misma línea, Alejandra Fernández agregó que “el acompañamiento familiar y escolar serán factores protectores para que el niño o niña vaya aprendiendo qué le está ocurriendo y, sobre todo, valerse de sus propios recursos para afrontar con eficacia sus temores”.
ADAPTACIÓN
ESCOLAR
Volver a establecer hábitos escolares de rutina sobre la base de la paciencia constituye otra vía para ayudar a los más pequeños a superar los cuadros de estrés o ansiedad, recomendó la profesional.
“El hecho de poder entender y contextualizarnos resultan fundamentales para que este proceso se lleve con éxito. Es importante mencionar que el Ministerio de Educación propone un protocolo dando relevancia a la dimensión socio-afectiva, que tiene como propósito fomentar acciones de cuidado de la salud mental”, señaló.
En el proceso de establecer rutinas, los padres podrían mantener horarios fijos para los hábitos de higiene, alimentación y sueño, aseguró la psicóloga infantil.
“Explicarle al niño o niña cómo se desarrollará su actividad escolar, en cuanto a horarios, merienda, relacionamiento con docente, compañeros y otros, es clave para que vaya familiarizándose. Además, hay que expresarles que nosotros como adultos también sentimos miedo ante determinadas situaciones, normalizar el miedo y reforzar de manera positiva sus esfuerzos cuando afronta sus miedos y no los evita”, concluyó.
Licenciada Alejandra Fernández, psicóloga infantil.
