En nuestra vida cotidiana, muchas veces de seguro nos hemos encontrado con
personas de diferentes actitudes y pensamientos. Dentro de esa realidad, muy
probablemente hemos chocado con quienes actúan con arrogancia hacia quienes
consideran inferiores. La gente sencilla merece respeto, pues su grandeza reside en
su autenticidad. En cambio, rebajarse ante quienes menosprecian al resto solo
alimenta su ego. La verdadera sabiduría está en dar a cada uno lo que corresponde.
La soberbia frente a los humildes es un acto de cobardía. Quienes actúan así,
únicamente buscan ocultar sus propias carencias pisoteando a los que consideran un
blanco fácil. Sin embargo, la humildad mal entendida ante estos soberbios al final
resulta cómplice de su toxicidad. No digo que se los responda con la misma altanería,
sino que se debe de imponer limites con autoridad. El equilibrio está en tratar a los
demás como son, no como creen ser.
Hay quienes confunden la humildad con sumisión, y eso es un error garrafal. Los
soberbios no merecen reverencia, sino firmeza. La justicia emocional exige no invertir
los roles; no se debe de poner en un pedestal a quien desprecia ni se debe hundir a
quien sirve. Ser justo es más importante que ser amable, especialmente con la gente
poderosa. La dignidad no debe sacrificarse por cortesía.
Este principio no solo aplica a las personas, sino también a las instituciones y
gobiernos. Un líder que humilla a su pueblo es un tirano, pero un pueblo que idolatra a
un líder corrupto es mucho peor. La sociedad debe de aprender a valorar a quienes
trabajan en silencio y a cuestionar a quienes ostentan poder sin mérito. La grandeza
de un país se mide por cómo trata a sus más desafortunados, y algunas veces, la
desgracia se mide por cómo sirve a sus más poderosos.
En conclusión, la virtud está en el equilibrio: no hay que ser soberbio con los humildes
ni humildes con los soberbios. No se debe de ser servil o alguna clase de tirano dentro
de esta sociedad. Saber distinguir entre quien merece admiración y quien solo busca
dominar es clave para construir relaciones sanas. La humildad es fuerza cuando se
usa con inteligencia, la soberbia es debilidad cuando se disfraza de poder. La
verdadera nobleza solo nace del respeto mutuo.

Licenciado en ciencias politicas (UNA), editor, comunicador, productor y editor de contenido creativo para medios de comunicacion e intereses particulares