Somos conscientes de que los problemas son inevitables en toda relación humana,
sea dentro del círculo familiar, laboral o social. Aparecen al haber diferencias de
intereses, valores o percepciones. No obstante, no deben de ser necesariamente
negativos, pueden ser ocasiones para madurar y fortalecer los lazos. Lo importante no
es evadirlos, sino aprender a sobrellevarlos con madurez.
Muchos tienden a reaccionar con defensividad o agresividad ante el mínimo
desacuerdo. Este tipo de respuesta podría solo empeorar el panorama y abrir más
heridas. Pero si tratáramos de escuchar al otro y ponernos en su lugar, nos permitiría
comprender sus motivos. Una comunicación clara y respetuosa es clave para
atravesar las tensiones. Claro, para dominar esas artes del diálogo se requiere de
mucha práctica.
Un error común en el que muchos caen es creer que ganar una discusión es igual a
tener la razón. Este tipo de mentalidad combativa ignora el bienestar colectivo. En
realidad, la verdadera solución debe de procurar el beneficio de las partes
involucradas en el conflicto. La búsqueda de un acuerdo fomenta la cooperación como
la confianza. Reconocer los errores y pedir disculpas no es debilidad, sino
responsabilidad.
En este mundo cada día más interconectado, saber manejar los conflictos es una
capacidad esencial. Toda institución educativa y laboral debería de promover la
formación en resolución pacífica de cualquier desacuerdo si fuera posible. Solo
cuando las personas llegan a aprender a dialogar tanto con empatía y firmeza, es que
se pueden construir sociedades más justas y armoniosas.

Licenciado en ciencias politicas (UNA), comunicador, productor y editor de contenido creativo para medios de comunicacion o intereses particulares
