Siempre escuché que padres y madres decían que desde que tuvieron hijos su vida cambió, nunca entendí a qué se referían hasta que lo viví. Ahora no duermo, lloro mucho más que antes, me preocupo por lo que pueda pasar, tengo un ojo biónico para ver posibles peligros, me puse en quinto lugar de prioridad porque en los cuatro anteriores está mi pequeño terremoto, pero sobre todo veo a los invisibles, siento dolor, también rabia porque los veo allí en los semáforos, en las plazas, olvidados por gobiernos tras gobiernos y por nosotros ciudadanos.
Ellos, los en situación de calle que esperan una ayuda que nunca llega, sólo los parches que los hacen seguir ahí, invisibles.
Me pregunto por qué la Secretaría de la niñez, la CODEMI, o los Entes a los que les corresponde no hacen nada, de hecho hasta hablé hace un tiempo con uno de ellos y me decían que no hay presupuesto, que están atados, pero que tienen súper población de personal… Piensen ustedes lo que pude llegar a contestar.
Parte el alma ver el peligro con el que viven esos niños y bebés recién nacidos, allí a la intemperie con frío, calor, lluvia, hambre, suciedad, enfermedades. Y ahora ya sé, llega el: pero ellos nomas quieren estar ahí, se les lleva a sus tierras y vuelven, no quieren trabajar, etc. Ahora yo te pregunto: ¿Quién puede querer vivir en la calle, en el barro, pidiendo limosna entre los autos?
No sólo eso, el peligro con el que viven esos niños siendo usados por los más grandes para robar, siendo violados, muertos y sin justicia que busque a los proxenetas, violadores y asesinos.
Hace tiempo que no duermo pensando en ellos, en qué hacer para sacarlos de la calle, y cada vez que los políticos recortan educación, salud y niñez suspiro un rato más sabiendo que de ellos, no hay más nada que esperar.