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Los inmorales nos han superado

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E.S.Discépolo, el autor del tango “Cambalache”, se quedó corto

El grado de cinismo que exhiben muchos “servidores públicos” sería solo comparable a su desprecio hacia la ley. El recientemente defenestrado ministro de la Secretaría de Emergencia Nacional no tenía cómo justificar la posesión de un lujoso yate valorado en casi medio millón de dólares. Hechos los cálculos, comparando su ingreso de ministro y deducidos sus gastos personales, el remanente no alcanzaría siquiera para el cabo de amarre de la embarcación.

Pero el hombre hizo acopio de ingenio y se refirió a cierta cadena de negocios, un restaurante y algunas otras actividades que le daban una renta de unos cuantos millones al año. Así pudo juntar lo necesario para comprarse la nave.

El problema es que el Sr. Joaquín Roa fue ministro de la SEN desde agosto de 2013, de manera que si para 2018 reunió el capital necesario para la compra, debió hacerlo ejerciendo el comercio, actividad que figura entre las incompatibilidades que establecen los artículos 237 y 241 de la Constitución. Admitir públicamente semejante violación a un impedimento constitucional nos lleva a pensar que el caso del ministro de la SEN no sería el único. Es evidente que muchas personas que entran al Estado tienen serias dificultades para entender varias cosas. A saber.

Los cargos públicos han sido creados para servir al ciudadano, no para usarlos como palanca para incrementar el peculio personal.

Las incompatibilidades están para cumplirlas, no para burlarse de ellas.

El Estado no es refugio para inconductas personales. Mantener vínculos con delincuentes tiene, al menos en expectativa, un duro castigo. El ex ministro del Interior puede dar testimonio al respecto. Sin embargo, hay integrantes del gabinete del Presidente de la República que postean como si nada su cercanía con verdaderos pesos pesados del crimen organizado.

La sensación general que le queda al ciudadano, a la vista de tanta impúdica exhibición de fortunas personales, es que el Estado ha sido colonizado por amorales a quienes les resbala cuando se les achaca haberse enriquecido de golpe o de mantener vínculos con delincuentes.

Y lo más siniestro: que no haya castigo. Y que cuando lo hay, el reo opera desde la cárcel como desde un hotel cinco estrellas.

Es como que todo da igual. “Los inmorales nos han igualao…” dice el tango Cambalache. Su autor, el genial Discépolo, se ha quedado corto.

Nos han superado.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.