viernes, mayo 16

“Lo vivo como puedo”: el Papa Francisco enfrenta una Semana Santa marcada por la fragilidad y la fe

Aún convaleciente y visiblemente debilitado tras una larga internación por problemas respiratorios, el papa Francisco decidió no renunciar a uno de los gestos que más lo identifican: su visita anual a una cárcel en Jueves Santo.

“Lo vivo como puedo”, dijo con humildad desde la ventanilla de su coche, con la voz apenas audible, cuando los periodistas le preguntaron cómo enfrentaba esta Semana Santa en medio de su recuperación.

El santo padre cumplió con su ministerio en el jueves santo y habló sobre su estado de salud.

El pontífice argentino, de 87 años, reapareció públicamente en la cárcel de Regina Coeli, en el corazón de Roma, a donde llegó en silla de ruedas, sin las cánulas de oxígeno que lo acompañaban días atrás. Lo recibió el personal penitenciario entre aplausos. Él, como cada año desde 2013, quiso estar ahí. Cerca de los que viven a la sombra del olvido.

“Cada vez que entro en un lugar como este, me pregunto por qué ellos y no yo”, reflexionó. Una frase que resume el espíritu de su papado: empatía, sencillez y una constante autointerpelación.

Aunque no pudo realizar el tradicional lavado de pies —gesto que recuerda a Jesús en la Última Cena—, sí compartió un encuentro íntimo con 70 reclusos. Les habló, rezó con ellos, les impartió la bendición y se despidió con un mensaje directo y lleno de compasión:

“A mí me gusta hacer todos los años lo que Jesús hizo el Jueves Santo, el lavado de pies, en la cárcel. Este año no puedo hacerlo, pero sí puedo y quiero estar cerca de ustedes. Rezo por ustedes y por sus familias”.

El miércoles anterior, el santo padre recibió al personal del Hospital Gemelli que lo atendió durante los 38 días que estuvo internado.