POR: BENJAMÍN FERNÁNDEZ BOGADO
La Cámara de Apelaciones decidió en el día de ayer dar libertad ambulatoria al ex gobernador del Departamento Central condenado a diez años por graves hechos de corrupción. El locutor número dos, como se hacía denominar en sus tiempos de animador de cachaca, González, sólo estuvo seis meses en la prisión de Tacumbú.
Ahora sólo tendrá la obligación de no salir del país y cada mes ir a firmar un cuaderno donde dice que sigue estando vivo en el país. Una situación grave que demuestra que aquel que roba en este país no tiene la sanción que debiera y que existe una justicia complaciente y completamente dependiente del poder político. El exgobernador cartista se demostró en todas las instancias de que había robado junto con un equipo que también forma parte de los liberados por el Tribunal de Apelaciones del día de ayer.
El caso de su mano derecha es aún peor porque siguió figurando en la planilla de funcionarios de la Cámara de Diputados, a donde nos imaginamos volverá ahora en
condición de libertad ambulatoria. Un cachetazo a la democracia, un golpe duro en el rostro de la ciudadanía y una demostración que quien es corrupto en el Paraguay no tiene la sanción ejemplar que haría disuadir a otros que siguieran su mismo camino. En un país pobre como el nuestro, el que le roben las arcas públicas y posterguen las aspiraciones de la gente es un delito de lesa gravedad y el locutor número dos debe volver a prisión y debe pagar por lo que hizo mal en contra de los intereses colectivos.
Periodista Senior