martes, septiembre 30

Libertad de expresión: ¿censura necesaria? / Félix Martín Giménez Barrios

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odos ustedes entenderán que algo como la libertad de expresión es un derecho
fundamental en toda sociedad que se considere como democrática. Es útil para el
intercambio de ideas, por lo que sirve al progreso colectivo. Sin embargo, el no saber
manejarla puede resultar en un arma de doble filo. Aun así, muchos argumentan que
cualquier límite es equivalente a censura, otros afirman que la moderación es
necesaria para cuidar de derechos igual de importantes que la libertad de expresión.

Es aquí en donde entramos al intenso debate que suele enfrentar a la libertad
individual y el bien común. Resulta imposible el no preguntarnos, ¿dónde ponemos la
línea entre lo que es tolerable y lo que resulta perjudicial? En esta era digital en la que
vivimos, es un dilema cada día más presente para todos, especialmente para las
nuevas generaciones. Las redes sociales han complicado aún más el asunto, por lo
que cada tanto endurecen sus políticas en cuanto a normas de comportamiento.

Muchos estados nacionales y sus respectivos gobiernos no se quedan atrás. Mandan
prohibir cualquier manifestación que consideren como un atentado a la moral, la ética
y el buen gusto. Ordenan eliminar toda publicación que les parezca grosera, blasfema
o vulgar, eso que denominan una incitación al odio. Es justamente debido a los
discursos de odio que circulan mucho antes de la aparición de redes sociales, que
algunos países cuentan con leyes más estrictas para ciertos casos y temas.

No obstante, sigue siendo una preocupación legítima que en las redes sociales se
decida qué es verdad o qué es mentira. Muchas de ellas se han convertido en una
suerte de jueces de la moral, decidiendo qué expresiones merecen ser borradas y
cuáles pueden permanecer. Estos hechos, a menudo fuera de contexto, han levantado
las críticas por parte de quienes consideran un abuso de poder, como de quienes ven
esas medidas como muy blandas o insuficientes.

En conclusión, más allá de las políticas de los gobiernos, medios de comunicación o
redes sociales, no se puede negar que la autorregulación y la educación son
herramientas clave. Especialmente en un mundo muy polarizado en donde encontrar
un equilibrio es urgente. La libertad de expresión no puede ser infinita, pero sus
limitaciones deben ser mínimas. Aun así, hay que entender que no se trata solo del
derecho a hablar, sino también de la responsabilidad de que no sirva para la división y
la opresión.