jueves, febrero 13

Libertad contra obligación/Felix Martin Gimenez Barrios

A muchos dará curiosidad y a otros no tanto, que vivamos en un mundo donde ya nadie de niño sueñe con ser astronauta, atleta olímpico o piloto de aviones. Eso es en parte porque las criaturas de ahora están expuestas a otras formas de entretenimiento que no tenían generaciones anteriores Esto es en parte responsabilidad de los padres que, al brindarles ciertos dispositivos tecnológicos, reemplazan otros tipos de actividades al aire libre que realmente estimulen el desarrollo mental de sus chicos.

A medida que los hijos crecen, es normal hacerse expectativas, que puedan influir en ellos de forma positiva. Tristemente no siempre estas se cumplen y hasta es normal porque están justamente esos sueños que solo deberían quedarse para siempre en la niñez. Aun así, muchos jóvenes se parten el alma estudiando solo para darse cuenta de que muchas veces existe una gran pared imposible de pasar por mayor que sea el esfuerzo, poniendo así en duda el significado de la meritocracia.

Saliendo un poco de los estudios, tenemos el campo laboral profesional en el que a muchos se los exige trabajar a contrarreloj, acto que con mucha razón llega a aterrar a la mayoría. Pareciera que eso es así tanto en el sector privado como dentro del estado mismo, en donde uno tarde o temprano logra ver que es parte de una maquinaria, de un sistema establecido para seguir moviendo los engranajes de la máquina.

Resulta entendible que esa realidad sea un infierno para muchos sino es que para todos los que pasaron por una experiencia similar. Es ahí cuando uno se pregunta esa interrogante tan cliché que suena, pero a la que cada día que pasa, la entiendo mas que el anterior ¿Esto no es libertad, esto no puede llamarse vida? Son solo algunas de los tantos efectos de lo que vendría a ser conocido como la presión social.

Sentir que no perteneces a un grupo por no cumplir ciertos requisitos, saber que las expectativas puestas fueron demasiadas altas, causan en uno estrés, ansiedad y hasta depresión. Males que muchos siguen ignorando, curiosamente muchos de esos negacionistas cumplen con todos los síntomas de algunos de esos estados mentales por motivos que uno tal vez nunca entienda y capaz ni se necesite saber mas detalles por el bien de la salud mental. Es duro pero gran parte de la humanidad se encuentra atrapada dentro de esos ciclos tóxicos.

Un gran remedio para males como esos seria aceptar sin tapujos los límites de cada uno. Nadie tiene porque cumplir con las expectativas de todos, es necesario reconocer cuando decir “no” en muchos momentos y si existen personas que se alarmen o enfurezcan por ello, no hay que ni sentirse mal porque esa gente no entiende o no quiere entender como funciona la vida. Eso sí, hay que saber manejar las críticas y no tomárselas como un ataque personal, y por sobre todo eso, aprender a disfrutar cada momento de libertad en esta vida por más simple o breve que sea.