El primero en ignorarla es el Presidente de la República
¿Qué sentido tiene mantener en cautiverio animales silvestres?. Hay una profunda contradicción entre los derechos a la libertad y la autodeterminación de los seres humanos y el derecho de los animales nacidos en ambientes naturales a mantener esa condición. Un animal en cautiverio pierde una serie de facultades que le son propias y que son producto de millones de años de evolución. Al encerrarlo en un recinto reducido, el animal siente que su territorio se restringe brutalmente y como consecuencia, pierde también su capacidad para relacionarse con otros individuos, obtener alimento y entablar relación de pareja que garantice su perpetuación como especie.
Se habrá escuchado decir, muchas veces, que tal especie logró reproducirse en cautiverio. Según especialistas de la Universidad de Costa Rica, país líder en políticas de conservación de vida silvestre, “el argumento de reproducir en cautiverio para evitar la extinción no es cierto. Eso no contribuye a la supervivencia de las especies, porque se están reproduciendo entre pocos individuos, y eso implica un deterioro de su genética a futuro”.
El episodio de Mburuvicha Roga pone presión sobre la pregunta del inicio: ¿Para qué quieren animales salvajes en ese lugar? El artículo 38 de la ley 96 de vida silvestre dice taxativamente: “Prohíbese la tenencia y exhibición de todas las especies de la fauna silvestre… que no cuenten con la expresa autorización de la autoridad de aplicación que sólo será otorgada de conformidad con lo dispuesto en los convenios internacionales y en la presente ley”. Según el MADES, esa ley comprende la fauna nativa del Paraguay, no las foráneas, como es el caso del ciervo de la residencia presidencial. O sea, hay animales silvestres de primera y de segunda.
La burocracia siempre se aferra a algún argumento pedestre. Uno dijo que animales siempre hubo en Mburuvichá Roga. ¿Quién le discutiría?. Otro argumentó que el ciervo de marras es una especie introducida de la India críado en una estancia. Si alguno de estos burócratas intentara explicar con estos “argumentos” -en algun foro internacional- el encierro forzado de especies silvestres protegidas en un recinto gubernamental, el papelón que pasaría sería histórico.
¿Para qué legislar sobre la vida silvestre si el primero en reírse de la ley es el mismísimo Presidente de la República?