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La pandemia invisible

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Trastornos mentales, el virus sin nombre ni vacuna

La contabilidad macabra que va dejando la pandemia suena sobre nosotros cada día que pasa. Tantos muertos, tantos infectados, tantos con hospitalización simple o en terapia intensiva. Se lleva un minucioso registro online de vacunados con primera dosis, segunda y tercera. ¿Es bueno el remdesivir como antiviral o son preferibles otros como la dexametasona, la prednisona o la hidrocortisona? ¿Es recomendable seguir aislado, no concurrir a eventos multitudinarios o reuniones en lugares cerrados? ¿Barbijo común o quirúrgico? ¿Se puede dar ya la mano, un abrazo o estar lado a lado con alguien de nuestro afecto? Y cuando todo parecía indicar que la curva de infecciones empezaba a descender sostenidamente, aparece primero la variante delta, luego ómicron y detrás de ellas, un enorme signo de interrogación: ¿Cuántas más vendrán? ¿O acá termina todo? Según Bill Gates, la última variante nos infectará indefectiblemente a todos pero en tres meses más, la pandemia se extinguirá. ¿Tendrá razón este señor?

Si con todo este panorama siguiéramos tranquilos y en calma, no seríamos humanos. Como lo somos, esta marejada de información ominosa se complota para alterar de mil maneras diferentes nuestra conducta. Según la revista The Lancet, durante el año 2020 se registraron a nivel mundial unos 60 millones de trastornos depresivos y 86 millones de diagnósticos de ansiedad, dos de las formas más difundidas de desarreglos mentales. The Lancet es una revista especializada en medicina fundada en 1823 por el cirujano inglés Tomas Wakley. Su prestigio es tal que ninguna vacuna o medicamento se consideran confiables si sus estudios técnicos no aparecen en sus páginas. En su análisis, medio determina que “satisfacer la demanda adicional de servicios de salud mental generada por el COVID-19 será difícil, pero no imposible. Las estrategias de mitigación deben promover el bienestar mental y dirigirse a los desencadenantes de la mala salud mental exacerbada por la pandemia, así como a las intervenciones para tratar a quienes desarrollan un trastorno mental”.

Corresponde a Salud Pública identificar los desencadenantes locales de la “mala salud mental exacerbada por la pandemia” de que habla The Lancet.

Y poner manos a la obra, que no será fácil. El virus se lo detecta e identifica. Pero, ¿y la ansiedad y la depresión? No hay PCR para eso.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.
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