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La larga evolución

Es repetido hablar del ascenso de la mujer en el escenario social pero la discriminaciòn es aun un gran tema a nivel mundial y Paraguay no es una excepción. Somos una sociedad machista aunque vivimos en un gran matriarcado. El alto porcentaje de la población sin padres es una realidad entre nosotros. La evolución es lenta pero constante.

En los EEUU el tema todavía tiene formas trágicas aunque el debate sigue siendo central en la política y en la economía. No es lógico ni racional dejar de lado a alguien simplemente por el color de piel, nacionalidad, o sexo.. Es importante entender que el valor real de un ser humano no está en cómo se vea, actúe o venga sino lo que es, cómo piense y sienta  para y por  un proyecto empresarial científico o político.

Ya o no son los años  en que se informaba de afroamericanos linchados ( la palabra viene de un esclavista de apellido Lynch)  de un árbol o que tenga su baño segregado  en un bar  solo por tener el color de piel diferente.  Esta historia de la segregación por cuestión racial todavía subsiste de manera más sutil. En el caso de las mujeres debemos aún reconocer que tiene no solo capacidad física sino mental para emprender tareas que considerábamos sólo para el hombre, conquistando nuevos espacios y responsabilidades. La  mujer es apta para desempeñar cualquier  trabajo pero no siempre recibe el mismo trato  o salario que se le da a un hombre, y tampoco parte de las mismas condiciones en materia de educación o  de preparación.  Vemos  con optimismo que en Paraguay la mujer  está ganando espacios en los ámbitos universitarios.

Ganando espacios
En España se encontró que en las últimas décadas, las mujeres han constituido aproximadamente la mitad de los estudiantes universitarios en medicina, pero siguen estando claramente subrepresentadas.

Aunque cada país tenga sus diferencias particulares la mujer no es solo la encargada de alimentar, ordenar y limpiar en la casa en muchos casos pero  es importante empezar a confiar más en ella y darle el poder para dar su opinión y ocupar espacios de mayor gravitación social. Requerimos también mujeres que alcanzando cargos importantes marquen la diferencia y no sean iguales a los hombres más corruptos. Ellas deben saber que son miradas con mayor atención y el foco está más puesto sobre ellas que sobre sus compañeros de ruta masculinos. En el congreso todavía tenemos pocas mujeres pero muchas en su manera de hacer la política se parecen demasiado  a los peores del sexo opuesto.

Hay que cambiar la perspectiva sobre el género, deben ser iguales en oportunidades con similares responsabilidades y gratificaciones. La evolución humana así lo demanda.

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