Saliendo a caminar el domingo pasado, por las calles de Asunción, con todo el peligro
que una actividad así acarrea, me llegaron de la nada unos recuerdos de la infancia en
donde paseaba por ciertas calles de la ciudad junto a un pariente. En esos tiempos en
donde no tenia ni idea de los nombres de los lugares, me acuerdo bien de las quejas
que este familiar mío tenía respecto a la ciudad, hasta hoy día su postura no cambia y
debo de darle la razón.
Por momentos resulta increíble, pero de verdad, increíble que una ciudad así sea la
capital de un país, por más de que se encuentre en vías de desarrollo. Cualquiera
puede notar que es la única ciudad donde hay baches en sus avenidas más caras,
empedrados que son innecesarios, la energía eléctrica se va antes de cada tormenta,
el transporte público no es seguro. Evidentemente ante tantas irregularidades, la tasa
de impuestos de la ciudad parecerá injusta a la mayoría de sus habitantes.
Existen muchas otras polémicas en torno a la capital del Paraguay, aparte de la de la
estructura deficiente, como la iluminación publica o el sistema de desagüe. La
corrupción en la urbe es muy notoria debido a la falta de transparencia, los ciudadanos
a menudo no tienen idea de para que se usan sus contribuciones monetarias, lo que
genera desconfianza. Es debido a esto y muchos otros factores que la expresión de
“gran aldea” en lugar de gran ciudad, le viene de manera casi perfecta a Asunción.
Duele ver que la ciudad ya no es sombra de lo que en sus orígenes llegó a ser.
Fundada en 1537 por Juan Salazar de Espinoza en alianza con los guaraníes-carios,
sirvió como fuerte militar español, siendo uno de sus primeros asentamientos en la
región. Desde ahí, los españoles partieron a fundar otros importantes centros urbanos
que hoy día son Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes y muchas otras. Es debido a ese
hecho que la ciudad es conocida como “Madre de ciudades”.
Hoy día, referirse a la ciudad como la gran aldea, hasta en un obvio tono burlesco, es
debido a la percepción del ritmo de vida más una infraestructura y servicios que no
corresponden a las expectativas de la capital de una nación. No importa que se trate
del centro político, económico y cultural del país gracias a su población, no se trata de
una gran ciudad que nunca duerme. En países como China o Japón, a Asunción
jamás se la consideraría como una metrópolis, mas bien seria una ciudad pequeña y
rural.
Contando con un solo aeropuerto que tampoco es muy concurrido que digamos, el
aislamiento de la ciudad del resto del mundo es impresionante. Sin dudar, la gran
aldea es solo una forma de humor y sátira que se utiliza para criticar y reflexionar
sobre la penosa situación de una antigua e histórica ciudad que, con todos sus
defectos, la mayoría de sus habitantes siguen esforzándose por ser buenas personas,
nobles y trabajadoras, pese a no gozar de los servicios que una verdadera gran ciudad
ofrece.

Licenciado en ciencias politicas (UNA), editor, comunicador, productor y editor de contenido creativo para medios de comunicacion o intereses particulares
