Seguimos buscando explicaciones del por qué no hemos sido capaces de prever la compra de vacunas en grandes cantidades o preparar a nuestro país para lo que vendría como consecuencia de la pandemia, y en muchos casos se ha puesto el ojo sobre la política exterior de Paraguay. Ahí veremos qué han hecho nuestros embajadores en muchos de esos países donde sirven que han sido mucho más diligentes que el nuestro.
Tenemos una relación privilegiada con Taiwán, siendo el único país de América del Sur que tiene reconocimiento a la provincia rebelde dicen los chinos, y que tienen el mejor sistema de salud pública a nivel mundial. Con ellos hubiésemos tenido un trato preferente desde el inicio e incluso hubiéramos traído técnicos de ese país para que manejaran la forma en que la tarea de la salud pública se convirtiera en un eje central de la administración del Gobierno.
Si los taiwaneses saben cómo organizar un sistema de salud público, tuvimos una gran oportunidad el año pasado y la seguimos teniendo para hacer los cambios que necesitamos. No habría ningún inconveniente con un país que privilegia su relación con Paraguay y que no solamente compra productos nuestros, sino que también tiene una generosa donación de manera anual, pero eso no era tan trascendente como el hecho de traer técnicos que modernizaran nuestra nación.
El Paraguay, durante el tiempo de Carlos Antonio López, trajo 284 técnicos que cambiaron por completo la ecuación de la administración pública. Podríamos, 150 años después, emular a ese gran patriota que tuvimos y hacer que gente de afuera venga y nos enseñe cómo ser diligentes, eficientes y honestos.
Necesitamos una función pública a la altura de los costos que tenemos. De momento, tenemos un altísimo costo de nuestros embajadores en el exterior, hasta los que están aquí que no hacen lo que tendrían que hacer con la diligencia que se espera.