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La cosificación del ser humano

 

Hace poco en una charla que tuve con amigos boomers (personas de una generación nacida entre los años 1946 y 1964), me dejó pensando una etiqueta a mi generación y la gente que terminan siendo cosas por varias industrias a las que les conviene tenerlos en esa condición  que pueden ser manipuladas por estrategias de marketing para hacerse de dividendos. Nos llenamos de cosas sin sentido ni valor porque somos orientados para que compremos cosas que  no le demos la utilidad que dicen tener.

Por este motivo debemos apelar a nuestra consciencia antes de ser víctimas de volvernos en cosas que no fuimos, somos ni seremos por nuestra condición de seres humanos pensantes, críticos y con la capacidad y derecho de elegir qué, cuándo y dónde consumir lo que nos ofrezcan desde cualquier campo. Debemos estar atentos a aquellos  que busquen tener un importante número de espectadores, consumidores, “amigos”, seguidores o suscriptores que justifiquen su existencia. 

Una cosa es algo sin entidad, ya sea corporal o espiritual, natural o artificial, concreta, abstracta o virtual podríamos decir que existe y al mismo tiempo no existe porque no respira, ve, escucha, piensa o siente, que en algunos casos el ser humano deja de hacer o no hace las dos últimas tareas citadas en momentos que esperamos tener buenos cambios para nosotros en el futuro.

El camino a la deshumanización

La cosificación es una figura retórica o literaria que consiste en describir o hacer referencia a una persona como si fuera un objeto. Por ejemplo, «Baila como si fuera una cortina al viento” u otras tareas que no hacemos los humanos por no ser cosas.

Cómo escribía más arriba debemos tener un filtro mental que nos haga cuestionar para qué, porque, cuanto, cuando y donde haría uso de lo que adquiera. O cómo dice mi madre; ¿realmente necesito lo que se promociona en nuestras pantallas?. Cosas que acompañan ese proceso de cosificación o transformar el ser humano que no debemos ser seres fácilmente manipulados por sonidos imágenes hechas públicas, sino tener la capacidad de negar algo que nos ofrezcan políticos, vendedores o personas dedicadas a compartir información de servicios o productos para que sean adquiridos para el mercado interesado en la oferta.

La lógica de oferta y demanda no es algo nuevo, sino que desde hace tiempo los seres humanos hacemos con el fin de justificar nuestro paso y trabajo en la vida y nuestro planeta.

Al que le conviene estar habitado por seres vivos que piensen y sientan coherentemente con nuestras demandas y necesidades antes de tener o acumularnos de cosas inservibles que ocupen espacio y nos roben el tiempo que necesita nuestra mente para fortalecerse. Una condición que debe servir no solo para lucir o parecer atractivos sino para ser útiles a nuestros trabajos, entornos cercanos y personas que nos tengan cómo sus referentes, que para seguir siéndolo debemos cuidar no solo de cómo nos veamos sino lo que digamos y hagamos cómo seres humanos y no cómo cosas, producto del excesivo mercadeo. Finalmente no tiene culpa de nada sino es la formación del consumista lo que haga vender o no a la oferta.

Cada vez mas personalizado

Una que no dejará de existir en los medios tradicionales o nuevos canales que pretenden conocernos de acuerdo a nuestra interacción y uso de redes sociales alrededor de algo en particular en un momento y espacio específico. Esta oferta se volverá en el tiempo más específica y directa de acuerdo a lo que hayamos comprado y dejado nuestra información a cambio de lo adquirido, por ese motivo no se sorprenda en recibir una publicidad determinada en su red social, correo electrónico o teléfono una vez que se haya hecho algo nuevo que nos puede llegar a interesar, que nos debe servir siempre y no servirse de nosotros para acceder a nuestra información o utilizarnos para vender o llegar más lejos con promociones que hagamos de la misma en nuestras redes.

Plataformas que aunque no seamos accionistas o creadores de la misma nos pertenecen una vez que hagamos uso de las mismas y debemos cuidar esos canales no llenándolos de tontas publicaciones sino de aquellas que tengan una utilidad a la persona que vea, nos lea, responda y no solo nos siga, se identifique cómo nuestro “amigo” o suscriptor del canal que debe servirnos para algo más que solo buscar ser un “influencer”.

Y una vez llegado a ese nivel intentar influenciar para el bien con las imagenes, chistes, imágenes, audios o videos publicados, que tienen una rúbrica y no es el de la plataforma que usemos sino la nuestra, así es, no crea que una vez hecha una difusión no debemos dejar de darle importancia por estar en el mundo “virtual”.  Realmente debemos cuidar cómo nos expresamos y la imagen que dejamos de nosotros mismos para el mundo que nos puede conocer e identificar no cómo seamos realmente sino por lo hecho público en un momento y lugar en particular.

Es clave evitar ser considerados o vueltos en cosas por lo que sea o cualquiera porque así perdemos lo más importante para nosotros que es nuestra dignidad y autoestima que nos deben servir para ser autónomos, libres e independientes, que son condiciones por las que el ser humano luchó, lucha y luchará para vivir bien en nuestro mundo que siempre produce cosas muchas veces solo con el interés de clasificarnos.

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