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Intensidad electoral

No es cualquier fecha o momento, ese día que el pueblo elige el futuro de su país. Las elecciones presidenciales del Paraguay están a solo 9 meses y es ahora en el tiempo que queda detrás de ese día donde las campañas y maniobras son tenidas muy en cuenta para consolidar la victoria de los candidatos. En el vecino Brasil, con quien tenemos una gran relación comercial y política, van a comicios en octubre y la tensión se ha teñido de color carmesí por lo registrado hace poco con la muerte del tesorero del candidato Lula da Silva. La triste noticia titula que Marcelo de Arruda fue baleado en su fiesta de cumpleaños por un simpatizante del presidente Bolsonaro lo que ha elevado la temperatura y la tensión en Brasil. Algunos dirán es un hecho violento más en un país donde la violencia es la segunda piel.

Bolsonaro parece tener sus días contados cómo mandatario de uno de los países más afectados por el Covid-19 que a su vez ha marcado un antes y después en su gestión cómo administrador de su país. Son más de 700 mil fallecidos y es una pesada lápida sobre su figura política muy difícil de levantar. La inseguridad forma parte del día a día con más de 60 mil muertos anuales por homicidio, una de las cifras más altas del mundo y que pone en riesgo la vida de todos, y que él había prometido reducir drásticamente cosa que no lo logró.

Urgencia electorales
En la agenda todos los candidatos que este año en dicho país se lanzan cómo propuesta para el futuro elementos muy auspiciosos que esperemos se concreten. Solo con Paraguay podemos decir que la violencia del Brasil con grupos como el PCC se trasladaron incluso a nuestras cárceles.

La intensidad debe dejar sentirse no por lados oscuros , sino debe estar concentrada más en los diálogos que los aspirantes y su equipo deben sostener con el ciudadano para conocer las necesidades y ajustar bien la respuesta de las demandas que puedan existir y que no hayan sido respondidas por las administraciones que fracasaron. Es el tiempo de un nuevo modo de hacer político ahí y aquí.

Ser mandatario es uno de los oficios más complejos del planeta, uno que no tiene solo un jefe sino millones de ellos que deben ser bien respondidos no por lo que significa tener las comodidades del poder sino por sobre todo por la urgencia de problemas que precisan efectivas de gestión. Nosotros estamos a nueve meses de parir un nuevo presidente. Los brasileños les quedan poco menos de tres. Pero en ambos países las urgencias son enormes y la ciudadanía lo siente en el estómago y en la calle.

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