Un paradigma de revolución positiva combatiendo la explotación del hombre frente a la otra visión, la revolución digital que estrangula el talento humano.
La aparición de la inteligencia artificial (IA) está pateando el tablero a un sinfín de actividades, desde profesionales hasta industriales. Ya hemos observado la cantidad de oficios que podrían desaparecer en los próximos años reemplazados por cada nueva rama emergente de la IA. Ahora se habla de que la amenaza está pesando sobre el trabajo esclavo y sus mil y un formatos, desde fabricar zapatillas y remeras hasta procesar pescado en los barcos factoría anclados en los océanos.
En Europa sonó un timbre de alarma respecto al origen de muchos equipos de protección individual (EPI) exigidos en sociedades con fuertes regulaciones de seguridad en el trabajo. Incluyen buzos, cascos, guantes, protectores antruido, botas, antiparras, etc. En el mundo de la medicina y la investigación bacteriológica de alto riesgo (bio hazard), las normas son mucho más estrictas y eso reduce el universo de empresas certificadas para suministrar productos con semejante nivel de exigencia. Los sellos de autenticidad acompañados de la documentación de origen son obligatorios para quienquiera importe, comercialice y use tales EPI.
Sin embargo, el trabajo esclavo se ha infiltrado en ese nicho industrial y el principal operador pirata sería China, que dispone en Dangdong, hacia la frontera con Corea del Norte, de trabajo esclavo suficiente para reducir los costos de producción de estos carísimos elementos de seguridad. En 2018, la ONU emitió un informe señalando que al menos dos millones y medio de personas están sometidas por el Estado norcoreano a un régimen de trabajo esclavo como parte de su sistema político-económico de control y explotación de mano de obra. La poderosa industria china es la principal demandante de esta fuerza laboral. Una investigación citada por The Guardian, de Londres, señala que la fabricación de batas y overoles requiere mucha mano de obra y en Dandong se producen a costos muy bajos que maximizan los beneficios de las terminales industriales chinas.
Pero ahora, todo ese mundo podría estar en peligro si la IA llegara a desarrollar métodos de fabricación y confección que hagan innecesario el trabajo manual intensivo, planteando a las sociedades industrializadas un dilema ético: allanarse a la IA o seguir usando productos del trabajo esclavo asiático. Se trata de un paradigma de revolución positiva combatiendo la explotación del hombre frente a la otra visión, la revolución digital que estrangula el talento humano y elimina su necesidad en sociedades en acelerada transformación.
Menudo desafío a resolver.