Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
La transparencia se saludó como un mazo fundamental en democracia desde su advenimiento y los países en el mundo han hecho normas que buscaban que el acceso a la información pública fuera fácil y permitiera que los ciudadanos controlaran el manejo de la cosa pública, esto sin embargo no pasó de buenos propósitos.
El Paraguay tiene una ley desde hace 6 años, pero eso no produjo el gran cambio que se esperaba. La falta de voluntad desde el interior del Gobierno, la poca capacidad de poder reclamar de parte de los ciudadanos las sanciones que no son para nada ejemplificadoras, han contribuido para que sigamos teniendo un Estado despilfarrador que tiene un montón de planilleros en su interior que no hacen absolutamente nada y que nos cuestan millones de dólares anuales o que en las compras de bienes y servicios siempre haya un porcentaje altísimo de corrupción, especialmente las compras que tienen que ver con insumos médicos como hemos comprobado en los últimos meses.
Es el tiempo de hacer realidad la cuestión de la transparencia, no solamente predicar sus buenos propósitos e ideales, sino llevarlos a la práctica, para eso hace falta la voluntad consiente y absolutamente asumida de nuestros administradores de que quieren una democracia para la gente donde ella pueda controlar y disuadir a los corruptos de seguir participando de esta merienda de negros cotidiana que se llama el Estado paraguayo.