En la tierra las complicaciones no se limitan a ser pandemias, crisis económicas, climáticas o de cualquier campo que dañe a la humanidad, sino también existen enfermedades que dañan nuestra salud, y hasta pueden dejarnos sin vida, cómo han hecho a algunos terráqueos en algún momento y lugar. Dolencias cómo el SIDA, la tuberculosis y la malaria, que ahora disminuyen su ayuda internacional para tratar o disminuirlos.
Todo eso hace que muchos países “aceleren su transición hacia la autosuficiencia”, esto lo dice Eter Sands, director del Fondo Mundial para la Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria. Por ejemplo, desde el inicio de la pandemia de SIDA, aproximadamente 42.3 millones de personas han muerto a causa del sida a nivel mundial. Y en 2022 murieron aproximadamente 1,3 millones de personas a causa de la tuberculosis, según la OMS, incluso se registraron 597,000 muertes por malaria a nivel mundial.
Los países donantes del Fondo Mundial para la Lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria deben reunirse en una cumbre en Johannesburgo el 21 de noviembre para anunciar los recursos de la organización para el nuevo ciclo trienal.
Este anuncio es clave para fortalecer la inmunidad biológica y mental para evitar contraer estas, y otras enfermedades que puedan perjudicar nuestro estado de salud, que se debe encontrar óptimo no sólo para saltar, correr o caminar en orden sino para poder cumplir bien nuestros compromisos. Siempre debemos ser conscientes de nuestra vulnerabilidad y fragilidad, y evitar arriesgarnos con quienes, dónde y cuándo sea. Esta forma de pensar puede ser útil no solo para nosotros sino para nuestra familia, amigos o conocidos.
Salud sin fondos
Durante las últimas dos décadas, el mundo ha sido testigo de avances extraordinarios en la salud mundial: se han salvado decenas de millones de vidas, la mortalidad ha caído drásticamente y la esperanza de vida ha aumentado de forma espectacular incluso en los países más pobres que no solo tienen problemas financieros, de alimentación y/o vivienda sino de su estado de salud. Ahora los donantes ya están recortando sus presupuestos para la ayuda. Los países ejecutores quieren tomar la iniciativa. Las comunidades reclaman más protagonismo. El modelo responsable de tantos logros no será el que nos permita seguir avanzando en el cuidado y atención de la salud del ser humano en nuestro mundo. Que no solo debemos descansar, entretenernos o trabajar, sino educarnos de los riesgos que existen o puedan darse en algún momento o lugar y qué o cómo hacer para no contaminar o diseminar la dolencia a otros que puedan ser el canal de proliferación de la enfermedad.
Para adaptarnos a esta nueva realidad, debemos transformar el ecosistema de salud mundial para que sea más eficiente e innovador, responda mejor a las necesidades de los países y estén más integrados. Para administrar soluciones que hayan funcionado a algunos a otros en el único planeta donde existen “homo sapiens”, que debemos usar nuestra sabiduría no solo para fines particulares sino colectivos en lo posible. Veremos si los fondos alcanzan.

Licenciado en ciencias politicas (UNA), editor, comunicador, productor y editor de contenido creativo para medios de comunicacion o intereses particulares
