El Gobierno social-comunista de España sigue sumando “medallas” que demuestran su incompetencia y nula sensibilidad ética. El último episodio tiene que ver con el expediente que Bruselas ha abierto a España por no proteger a los denunciantes de corrupción. Hace dos años, la Comisión Europea aprobó una directiva para que los gobiernos europeos ampararan a las personas que denuncien hechos de corrupción tanto en el sector público como privado. España no es el único país que está lejos de cumplir con la directiva, de hecho, ya la Comisión ha exigido información a 24 países pidiendo explicaciones. Sin duda, se trata de un hecho significativo, porque si los gobiernos no tienen mecanismos para resguardar, defender y tutelar a los valientes ciudadanos que filtran actividades sospechosas de corrupción, éstas seguirán produciéndose y campando a sus anchas o incluso aumentando en el futuro.
Este toque de atención de Europa a España viene poco después de que Estados Unidos humillara a Pedro Sánchez al no incluirlo en la reunión estratégica que quiere tener con los principales líderes europeos. En efecto, Joe Biden, ante la crisis abierta entre Rusia y Ucrania que puede desembocar en una inminente guerra, ha manifestado en un comunicado oficial la voluntad de reunirse con Italia, Alemania, Francia, Polonia y Reino Unido, ignorando a España, posiblemente por dos motivos: por no disgustar a Marruecos, socio estratégico de Estados Unidos, por un lado, y también porque los socios de gobierno del presidente Sánchez son comunistas antiamericanos que podrían filtrar el contenido de las reuniones a sus socios en Rusia y en América Latina.
El presidente del Gobierno de España, el socialista Pedro Sánchez, parece estar demasiado ocupado en su continua campaña de marketing político, que con cierto éxito lleva a cabo gracias a la complicidad de los principales medios de comunicación que venden una imagen de España alejada de la realidad.
Además de no quedarle tiempo para ejecutar las directivas de Bruselas que buscan mejorar los índices de corrupción política, ni tampoco para reunirse con el líder de la oposición, Pablo Casado, con el fin de dar una respuesta conjunta a la crisis abierta entre Rusia y Ucrania, el presidente Sánchez ha perdido la confianza de países claves y está arrastrando a España a los peores niveles de influencia internacional desde los tiempos de la dictadura del General Franco.