Recientemente, el instituto de formación profesional Kolping cerró sus puertas y el pasado 19 de junio, el colegio Chiang Kai Shek anunció la clausura definitiva pedagógica, educativa y administrativa. Esta situación, creada a raíz de la pandemia, preocupa, y se especula que otros colegios privados digan adiós a sus estudiantes y colaboradores próximamente.
Luis Fernando Ramírez, miembro del consejo directivo de la Asociación de Instituciones Educativas Privadas del Paraguay (AIEPP), comentó que en los colegios privados hay 154.000 alumnos y se prevé que el 10% de estos migren a las escuelas públicas.
“Hoy tendríamos una movilidad de 2.000 alumnos más o menos, un 5% del total, pero vamos a llegar a 10% posiblemente, unos 15 mil alumnos podrían sufrir este cambio”, aseguró Ramírez.
Agregó que esto puede desencadenar en varias consecuencias, ya que para los chicos significa un cambio total, nuevos compañeros, nuevos grupos. “Hoy se dan las clases de la plataforma y pareciera que esos cambios no se van a sentir tanto, pero qué es lo que pasa con un colegio privado que se queda sin alumnos, pues se va a cerrar, y cuando el chico quiera volver, a dónde va a volver, eso no se piensa”.
El directivo explicó que más escuelas van a seguir cerrando porque no se puede hacer magia, no se puede inventar, el colegio vive de la cuota que cobra, sobre todo los que cobran G. 500 mil o menos, viven de la cantina, de la librería y hoy no tienen a ninguna de las dos.
“No hay chance de mantener un colegio si no se paga la cuota. Lastimosamente se va a elitizar más la educación porque las escuelas privadas que cumplen una función social de atender a un sector se van a cerrar y los chicos van a ir a las escuelas públicas, solamente un sector muy pequeño va a recibir una educación diferenciada”, señaló.
Asimismo, acotó que ningún estudiante puede quedarse sin matricular, el Ministerio de Educación y los padres tienen el deber y la obligación de asegurar que los chicos estudien. “No es una posibilidad, es un derecho”.
“Cuando vos le preguntás a una mamá que lleva a su hijo a una escuela privada de una cuota de G. 400 mil o G. 300 mil, te dice que prefiere pagar una cuota para que su hijo tenga baño en la escuela o que el techo no se le caiga encima. Está pagando por una infraestructura mejor porque cree que le va a dar a su hijo una mejor posibilidad. Qué va a pasar con toda esa gente que hizo el esfuerzo, no va a tener posibilidades, va a ir a una escuela pública que además está colapsada”.
Mencionó 3 niveles de problemas: el social, el económico y el educativo. “El MEC dice que puede recibirles, pero habría que ver en qué condiciones y cómo. Representa un cambio de contexto muy importante. Hablando con las personas de las supervisiones, dicen que hay barrios donde no hay lugar en los colegios. Si el chico es de Lambaré, posiblemente le van a asignar un colegio en Sajonia y tendrá que cruzar toda la ciudad para ir al colegio que le asignó el Ministerio”.
Ramírez envió un mensaje a los padres, los maestros y los directivos, y les invitó a trabajar en la comunidad educativa. “Después que se cierran los colegios, todos están dispuestos a ayudar. Por qué no ayudamos antes, por qué no nos reunimos antes, por qué los directivos no hablan antes con la familia y dicen que no pueden más, que van a cerrar, hagan su esfuerzo para ponerse al día y no avisarle al maestro de un día para otro que se quedó sin trabajo en medio de la pandemia. Hace falta una conversación de los distintos sectores que integran la comunidad educativa para llegar juntos a un encuentro y una solución antes que tomar caminos unilaterales que perjudican después a todo”.
Llamó a usar a la comunicación para evitar que las escuelas se cierren que el niño se quede sin colegio y que el maestro pueda seguir trabajando. “Veamos antes las cosas y cuando sabemos que algo va pasar, tratemos de hacer algo para evitarlo”, concluyó el directivo.