Las celebraciones del día de todos los muertos y la festividad de todos los santos siempre generan puntos de discusión que ponen sobre la mesa distintas opiniones. Si bien, la celebración de todos los muertos es anterior a la festividad de todos los santos (era celebrada desde el S II a.C. por los celtas), la fiesta de todos los muertos se repite en distintas culturas y de distintas maneras. Por ejemplo, en varias partes de la cultura altiplánica existe algo llamado “La Diablada”, donde “los diablos” salen a las 00:00 en año nuevo con el único fin de espantar a los malos sentimientos y a los malos espíritus, buscando tener un año de abundancia.
Como en todo lo humano, deben existir personas que quieren utilizar estas fechas para algún fin oscuro, cosa que no pasa solamente en estas noches de luna llena, sino que todos los días y en circunstancias diversas.
Al parecer, los nuevos tiempos nos han hecho creer que los disfraces y las fiestas son una nueva manera de alejar todo lo malo, como la actual pandemia del coronavirus. Festejos “encubiertos” con normas sanitarias débiles, bailes en pista con más personas de las permitidas, espacios confinados.
Todo eso lo vivimos en esta fiesta de todos los muertos, por más irónico que suene el nombre. Debemos ir a restaurantes y bares, debemos reactivar la economía de estos comercios, pero la bomba biológica generada en muchos lugares el 31 de octubre, se va a reflejar esta semana en nuestros números.
Este no es el “Modo COVID-19”, no hay calaca o disfraz que pueda espantar el virus que, por tu tierna juventud puede no manifestarse, pero podés jugar el rol fatal de ser el vector que introduzca el virus en tu familia. Una vez más, el sentido común pareciera ser algo utópico.
