Existe una conocida frase que dice “de Guatemala a guatepeor», y esto se destaca no porque algo que estuvo mal empeore sino por la existencia de serios problemas en la lucha contra la corrupción que desde hace mucho tiempo se da en ese país centroamericano. Este país tiene un grave problema con la presencia de corrupción en instituciones públicas donde un alto fiscal anticorrupción está encarcelado mientras la élite guatemalteca intenta purgar enemigos. Las cosas no están bien.
Se trata de la fiscal Virginia Laparra que según críticos se encuentra detenida en condiciones “rayando la tortura”. Los críticos también dicen que es una represalia por sus esfuerzos para combatir la corrupción que causa pobreza, obstaculiza el desarrollo y hace huir a la inversión. También debilita los sistemas judiciales y políticos que tendrían que estar al servicio del bien público.La fiscal anticorrupción guatemalteca ha estado encerrada durante seis meses generando dudas sobre el accionar de las instituciones.
Grave crisis institucional
Todos coinciden que hay que depurar el sistema de justicia y evitar descarrilar las investigaciones de corrupción. Algo particularmente parecido a lo que ocurre en varios países que tienen este dilema en importantes esferas del Estado y hasta personas que llegan a ser catalogados cómo “significativamente corruptos” por gobiernos extranjeros, dejando mal parado a todo un país que confió en el elegido para gestionar la cosa pública. Las instituciones no deben ser usadas para satisfacer necesidades particulares o que no responda a lo que el público y para eso se necesita hacer su vida más viable y menos conflictiva que genera la corrupción. No es nada cómodo formar parte de la corrupción o como en el caso de muchos países luchar contra ella. Guatemala es un ejemplo de ello.
Virginia Laparra, de 42 años, fiscal senior anticorrupción, fue acusada de abuso de autoridad en aparente represalia por denunciar su sospecha de que un juez había filtrado detalles confidenciales de un caso de corrupción sellado a un colega en 2017. Hoy quizá algo tarde se toman medidas a nivel gubernamental en relación a aspectos que tal vez incomode más al gobierno de turno que al demos que se debe comprometer con el poder que le toca vigilar, denunciando a tiempo hechos de corrupción en cualquier democracia.
Con eso se lograría mantener controlada intenciones de robo, mentira u otros verbos que hace que vayamos realmente de mal en o a peor pero que se dudan con estas acciones desde el poder que debería realizar la tarea.
Hay una crisis de confianza y en el caso de Guatemala y otros países la cuestión tiende a agravarse.