Todo en nuestras vidas, luego del anuncio de esta pandemia ha traído la idea de eliminar, incluso a nivel de familias, comunidades y naciones. Eliminar cosas que teníamos de más; que no usábamos, que teníamos guardadas y hasta que no servían o estaban mal administradas. Esto último trajo hasta la idea de la reforma del estado para eliminar y ordenar cosas que estaban groseramente mal.
Tenemos niveles y subniveles de control al interior del estado paraguayo que deberían de servir de filtros ante casos de corrupción, que disparen la alarma, cuando por ejemplo llamados a licitaciones o algún acto contra los recursos públicos quieran ser cometidos, antes de pasar al Poder Judicial que debería, este, sancionar de la manera más dura para que nadie intente pensar en cometer estos delitos. De vuelta en medio de esta triste situación que nos tiene encerrados en nuestras casas, preservando lo más valioso que es la vida, evitando la muerte, unos sinvergüenzas no perdieron la oportunidad en intentar dar un zarpazo, pero no entendieron que son nuevos tiempos de transparencia y una ciudadanía más activa.
En cada dependencia pública debe estar funcionando, con la disciplina espartana, las oficinas de anticorrupción, auditoria y de acceso a la información pública. Si no sirven más que para inflar el presupuesto y destinar a una docena de funcionarios para justificar sus ingresos, sin capacidad ninguna de hacer el trabajo y serviles a los mandantes de turno, elimínenlos de sus organigramas, ya que están solo de adornos para sacarse de encima la responsabilidad de cumplir con el formalismo, pero sin el rigor, el compromiso y las ganas de contar cuando algo está podrido y brindar esos datos a la luz pública. Eliminar y tirar si no sirve debe ser el fin del discurso de la “Reforma del Estado”, pero en serio, no para las fotos.
Tenemos una Contraloría, que no trabaja de cerca con estas unidades de anticorrupción, auditoria y transparencia, “juzgando” solo actos cometidos al final de los mandatos, sin siquiera adentrarse a las gestiones del presente y con la Justicia corrompida y demasiado lenta que tenemos, ya de mucho no sirve las denuncias porque puede pasar una generación hasta que algo se juzgue. Eliminar lo que no sirve y achicar el estado, ¡AHORA o NUNCA!
Un tiempo nuevo ha iniciado y solo nos queda entender y tirar a la basura lo que no nos va a servir. Ni siquiera reciclar o donar o re-distribuir, hay que eliminar, tirar y hasta destruir lo que no nos va a ayudar a construir la Nueva República.