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El sueño sudamericano

Mientras la palabra problema y sus sinónimos se suman a nuestra vida haciéndonos creer que el fin de todo está cada vez más cerca no somos conscientes de otras verdades más duras en el mundo y no tan lejos de nuestro país o continente, es una que lleva el título de en “búsqueda del sueño sudamericano.

Este tiempo ya no solo se destaca por la vida en pandemia, sino de una transición y cambio de realidades bien marcadas por lo que fue alguna vez la migración de personas al norte en búsqueda del sueño americano y lugar donde muchas familias del sur se han instalado y hecho parte suya la cultura y hábitos de los “gringos”. Vivir bien no significa estar festejando con frecuencia, consumiendo lo palatable, descansando más allá de lo que el cuerpo necesite o utilizar el dinero o riquezas para satisfacer placeres superfluos.

Mientras mucha gente continúa peleando en sus terapias intensivas en hospitales públicos desabastecidos, en medio de necesidades básicas en el país y el mundo que continúa padeciendo los problemas económicos, políticos y sociales por el Covid-19 se destaca una triste historia de migrantes en Sudamérica que buscan un lugar adecuado para existir sin problemas o necesidades.

Se trata geográficamente del Tapón de Darién, un sitio en Panamá de donde muchas personas migran al sur del continente por carecer en dicho lugar las comodidades que debe tener un ser humano para poder evolucionar y no involucionar cómo la manera de hacer política en países sudamericanos. Ese lugar entre Colombia y Panamá infestado de malaria y lleno de ciénagas peligrosas se ha convertido en una peligrosa zona para el proceso migratorio. En el tiempo abandonamos nuestras tierras por no ver respuestas a nuestras necesidades, lo curioso es que no solo es de Sudamérica a Europa o al resto del planeta, sino ya es una realidad en las latitudes de donde es normal ver largas filas de pasajeros que han hecho de todo para hacerse de su boleto para desaparecer de sus tierras.

Reafirmar lo local
Una experiencia que no es la que viven los migrantes panameños y colombianos que deben cruzar literalmente una selva con los riesgos que eso supone para intentar hacerse de un puerto seguro con su familia, compuesta de mujeres, niños y personas de edad que deben tener resiliencia y voluntad pura hacerse de un puerto seguro lejos de su Panamá natal.
En la cintura del sub continente americano y con sus distintos desafíos de administrar el canal que es una de sus fuentes de ingreso más importantes de los panameños tambien deben administrar las necesidades de su población para evitar que esta tome la decisión de abandonar su casa por sentirse incómodo en la misma y sin la seguridad ni confianza para salir adelante corriendo graves riesgos para su vida.

Hay que hacer que la gente viva donde nació. Hoy más de mil millones de seres humanos no lo hacen porque no tienen oportunidades porque los gobiernos no trabajan cómo deben para ellos. El sueño sudamericano debe estar donde uno nació y no en otro lado.

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