jueves, noviembre 27

El pensamiento binario / Félix Giménez

En tiempos donde la inmediatez y la sobrecarga de información nos empujan a
simplificarlo todo, el pensamiento binario, ver el mundo en blanco y negro, se ha vuelto
una trampa común. Esta forma de razonar reduce la complejidad de la realidad a
conceptos opuestos: bueno o malo, correcto o incorrecto. Aunque puede parecer útil
para tomar decisiones rápidas, limita nuestra capacidad de análisis. La vida rara
veces se debate entre extremos contrarios.

Este tipo de pensamiento alimenta la polarización social y política. Nos hace ver al
diferente como enemigo, en lugar de como alguien con otra perspectiva. Esta
mentalidad evita el diálogo y refuerza prejuicios. En redes sociales, por ejemplo, se
premia la contundencia por encima de la reflexión. Así, se elimina el debate público y
se profundizan las divisiones.

Aparte, esta lógica termina por afectar nuestra autoestima. Si no somos “perfectos”,
nos sentimos insuficientes. No hay espacio para el fracaso, la duda o crecimiento
gradual. Esta presión constante solo crea ansiedad, frustración y una visión
distorsionada de nosotros mismos. La vida no siempre se trata de una competencia de
todo o nada, sino más bien es solo un proceso lleno de constantes y variables.

Superar el pensamiento binario requiere de esfuerzo y autoconciencia. Implica aceptar
que muchas veces, dos ideas opuestas pueden coexistir, que el desacuerdo no es
igual a enemistad. También exige el desarrollo profundo del pensamiento crítico. Solo
así es que se puede construir sociedades más justas y resilientes. La complejidad no
es únicamente una amenaza, sino una ventaja.