Para el Paraguay, la energía de Itaipú es un commodity que bombea ingentes cantidades de dólares. Desde que la binacional entró en operación comercial, el país ha recibido, entre royalties y compensaciones, US $10.200 millones entre 1989 y 2020, a un ritmo de US $300 millones por año.
Todo ese dinero se ha estado diseminando en asignaciones presupuestarias en donde los gastos corrientes, principalmente salariales, comprometen más del 75% del PGN. Puede decirse que en este esquema, Itaipú ha sido un eficiente taponador de vacíos presupuestarios bajo el ropaje de programas sociales, de mitigación de impacto ambiental, etc.
Para Brasil, en cambio, la energía de Itaipú es un insumo esencial para mantener el ritmo de crecimiento que arrancó a mediados del siglo XX. Itaipú aporta el 30% de generación entre las 10 primeras hidroeléctricas brasileñas (tercer lugar) y el 16% de la producción energética total del país. Con el fin de abrir una nueva etapa en la administración de estos recursos, el Gobierno brasileño ha conformado la Empresa Brasileña de Participaciones en Energía Nuclear y Binacional S.A. (ENBPar), una sociedad por acciones controlada por el Ministerio de Minas y Energía cuya misión es encarar la desestatización de Eletrobras, que hasta comienzos de 2022 se encargaba de la transmisión y comercialización de la energía de Itaipú. ENBPar fue creada con el objetivo de hacerse cargo de las actividades de Eletrobras que no podían ser privatizadas, entre ellas, Itaipú Binacional. Su objetivo es adecuar la oferta energética de Itaipú a las complejidades de un mercado brasileño muy diversificado. “Un sistema eléctrico dominado por fuentes que proporcionan energía independientemente de los costos de producción no es adecuado para un diseño de mercado basado en la venta competitiva de electricidad en el corto plazo” advierte un estudio del Instituto de Economía de la Universidad Federal do Rio de Janeiro. Esto indica que para que la oferta de Itaipú sea aceptable deberá ser producto de un costo razonable, limpio de cargas que lo distorsionen.
Finalmente, qué buscamos en el Paraguay si no es energía barata, eficiente y sostenible para estimular el desarrollo, elevar la calidad de vida y atraer inversiones productivas. La era de la vaca lechera para consejerías de lujo y financiaciones inauditables está quedando atrás.
Nos guste o no.
