viernes, octubre 31

El estrés y su recuperación

El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional que surge como la reacción de tu cuerpo a un desafío o demanda. Puede provenir de cualquier situación o pensamiento que te haga sentir frustrado, furioso o nervioso.

 

Hay dos tipos principales de estrés:

  1. Estrés Agudo: Es de corto plazo y desaparece rápidamente. Puede ser útil, como cuando te ayuda a evitar un peligro o a cumplir una fecha límite.

  2. Estrés Crónico: Dura por un período de tiempo prolongado (semanas o meses). Este tipo puede ser perjudicial para la salud física y mental si no se maneja adecuadamente.

Por eso es importante tener en cuenta actividades físicas, una buena alimentación, descanso apropiado y socialización frecuente con parientes, amigos o personas de confianza con quienes pueda abrirse sobre temas personales. 

 

Harvard explica cómo recuperarse del estrés y potenciar la resiliencia personal. Expertos de la universidad detallan las estrategias más efectivas para afrontar la presión diaria, reducir el impacto de la tensión, además de desarrollar habilidades que permiten adaptarse y crecer ante la adversidad.

 

Que existe siempre para todos en cualquier momento y lugar del mundo. Es natural que siempre  exista la frustración e incomodidad ante cualquier desafío, compromiso, responsabilidad o tarea que debamos cumplir. 

 

El estrés puede ser desencadenado por prácticamente cualquier situación o pensamiento que el cerebro perciba como un desafío o amenaza que desborda sus recursos.

 

Por ejemplo en el estrés rutinario se encuentran;

  •  El exceso de responsabilidades: Una carga excesiva de trabajo o tareas (laborales, escolares o domésticas).

  • La gestión del tiempo: Sentirse constantemente apurado, llegar tarde o tener un horario muy apretado.

  • Problemas Financieros: Deudas, dificultades para pagar facturas o inestabilidad económica.

  • Los conflictos Personales: Discusiones frecuentes con la pareja, familiares o amigos, o tener relaciones sociales complicadas.

  • Problemas en el hogar: Tensión por las tareas domésticas, o discusiones con los hijos o la pareja.

En esta época, el estrés se convirtió en un compañero constante. Pulsaciones aceleradas, pensamientos inquietos y sensaciones de agotamiento se volvieron experiencias habituales para quienes deben responder a un ritmo de vida cada vez más exigente. Además de lo que significa el vivir “hiperconectados” 24/7 todo el tiempo en cualquier lugar no solo con el empleo sino con la familia, amigos virtuales, reales y cualquier persona que no vive lejos de dilemas que los comparte con nosotros, y al hacerlo nos carga de preocupaciones por sus conflictos.

 

Las últimas investigaciones, recopiladas por “Harvard Health”, muestran que la clave no reside en evitar las situaciones estresantes, sino en aprender a enfrentarlas y convertirlas en motor de crecimiento.

 

El papel de la resiliencia es central. Siendo esta la capacidad para adaptarse de manera positiva a situaciones adversas, traumas, tragedias, amenazas o fuentes de tensión significativas. No se trata sólo de «soportar» las dificultades, sino de saber cómo recuperarse de ellas e incluso salir fortalecido o transformado de la experiencia.

 

Los Puntos Clave sobre la Resiliencia son:

 

  1. Que el ser resiliente no significa que no sentirás dolor, sufrimiento o estrés ante la adversidad. Implica experimentar esas emociones difíciles, pero ser capaz de gestionarlas y seguir adelante con tu vida.

  2. Tener la capacidad de adaptación: El término proviene originalmente de la física, donde describe la capacidad de un material para recobrar su forma original después de haber sido deformado por una presión. En psicología, se refiere a la habilidad para rebotar y ajustarse a los cambios.

Un ejemplo sobresaliente de antifragilidad lo ofrecen los Navy Seals de Estados Unidos. Estos miembros de las fuerzas especiales operan bajo condiciones extremas de presión y peligro, y, aun así, mantienen un desempeño excepcional. En situaciones límite y de alta exigencia, logran cambiar rápidamente de enfoque, resuelven problemas con eficiencia y muestran gran flexibilidad. 

 

Esta cualidad no es una innata; es una habilidad que se desarrolla y se fortalece con el tiempo, el esfuerzo consciente y la práctica de estrategias específicas, especialmente al enfrentar y superar la adversidad. 

El desarrollo de la resiliencia se centra en cuatro áreas principales: la mentalidad, las relaciones, el autocuidado y la acción. Luego del accidente que sufrí años atrás pude haberme deprimido o caer en un estrés crónico por todo lo que perdí; mi novia, habilidades físicas, propiedades materiales y el sentirme una molesta carga para mi familia y seres queridos que debieron asearme, alimentarme, trasladarme y traducir mis ideas que me resultaban difíciles de comunicar oralmente, que gracias a la terapia de fonoaudiología logré recuperar. Una de las tantas terapias que hice para volver  a pensar adecuadamente, caminar, y volver a hacer lo que cualquiera perdería luego de un politraumatismo craneoencefálico y rotura de ambas rodillas, articulaciones muy importantes porque sostienen y ayudan a movilizar nuestro cuerpo. 

Más luego de que me hayan dicho que soy una persona resiliente, vocablo nuevo para mi cabeza golpeada que me obligó a investigar más sobre el mismo. Me llevó a buscar su etimología que es que esa palabra proviene del latín resilio, que significa «saltar hacia atrás» o «rebotar» de una plataforma, condición o situación que le haya tocado experimentar. En aquel complejo periodo de recuperación donde no respiraba por la nariz sino por el cuello, me alimentaba por la nariz, usaba un collarín para sostener mi cuello y me movían en silla de ruedas, conocí muchas historias, casos y personas con las que me tocó hablar y motivar a personas que no se sentían capaces de hacer lo que aconsejaban los terapeutas, decirles cuando usaba un andador para “caminar” y mantener mi cuerpo erguido, que no se pueden rendir si pueden ver, escuchar, respirar y moverse con o sin herramientas o asistencia. 

Todo está en su mente, espíritu y voluntad para recuperarse, sin dejar que reacciones cómo el estrés controlen su mente y cuerpo, tensionandolos o haciendo que piense cosas que no construyan sino lo destruyan su interior y lo que lo rodee; personas, herramientas y las relaciones que existan con ellos. Qué son importantes siempre porque son útiles para trabajar, dialogar o construir proyectos que sirvan para fortalecer la relación y hacer frente a incomodas reacciones cómo el estrés.