Los amplios caminos viales que el Paraguay todavía necesita mejorar los vemos en diferentes momentos en que nos toca ir hacia el interior.
Hay un camino que puede ser mucho más cercano entre Caacupé y Piribebuy que espera el empedrado -por lo menos- de la misma.
Esa es una explicación sencilla a veces de por qué tenemos que dar tantas vueltas con rutas asfaltadas, consumiendo combustible fósil que no tememos. Y pareciera que todo está enderezado al negocio, a seguir sosteniendo la riqueza.
Y así, y el que construye rutas también tiene gasolineras, y este también tiene intereses ya en la política para hacer el trazado de muchos de estos caminos que siga privilegiando el sector.
Algunos creen que los que más se opondrían a la utilización de energía eléctrica para mover el parque automotor paraguayo son los mismos que hacen las normas y están en el poder político.
Pasa una cosa igual también con los trenes eléctricos o tranvías que podrían hacer un cambio enorme en el vetusto sistema de transportación pública que tenemos; pero de nuevo, no es la gente la que estaría en favor de estas cosas, la que puede estar trancado una circunstancia de este tipo, sino que son los mismos protagonistas políticos y económicos los que diseñan rutas, los que las construyen, los que tienen gasolineras, los que buscan el poder político, los interesados en hacer que el camino más corto, más abreviado, o la utilización de energía en abundancia -como la tenemos nosotros de las dos hidroeléctricas- no estemos utilizando como debiéramos y estuviéramos pensando siempre en la dependencia del petróleo.