Hoy en día, muchos famosos y otros pseudo famosos han convertido el “personaje” en
una herramienta perfecta para manipular a las masas. Ya no se trata de una simple
construcción artística, sino de una estrategia diseñada para justificar errores, evadir
críticas y lucrar sin rendir cuentas. Esta teatralización de la identidad pública
distorsiona la relación entre figura y audiencia. Lo que debería ser autenticidad se
torna en un espectáculo más del montón.
Cuando aparecen los escándalos, la respuesta parece sacada de un guion que lo
tienen todos, lo dicen de forma autómata: “Era parte del personaje”. Esta frase,
repetida como mantra, busca desligar al individuo de sus actos. Pero el personaje no
es un ente autónomo; es creado, dirigido y explotado por quien lo interpreta. Usarlo
como excusa es una forma de hipocresía que erosiona la confianza del público. La
responsabilidad no puede ni debe desaparecer tras apagarse las cámaras.
Además, esta práctica solo ha creado una mala costumbre de impunidad simbólica. Si
todo puede ser justificado como una “performance”, entonces nada tiene
consecuencias reales. La sociedad queda atrapada en un juego de espejos donde la
verdad es relativa y la ética, negociable. El personaje se convierte entonces en un
escudo para estafar emocionalmente a los ilusos que creen en él.
Lo que debería preocuparnos es que esta dinámica se normaliza cada día más. Los
jóvenes crecen viendo figuras que se contradicen sin asumir culpa, que venden
autenticidad cuando solo actúan un papel. Se propaga la idea de que la coherencia es
opcional y que la fama permite a uno esquivar la rendición de cuentas. El personaje
deja de ser solo un espectáculo y se convierte en un arma muy peligrosa.
Debemos reconocer que el uso del personaje como coartada es una forma de
manipulación camuflada de creatividad. El remedio no es censurar la expresión
artística, sino de exigir honestidad cuando hay impacto real. La responsabilidad no se
disfraza: se asume. El público merece respeto, no figuras que se escondan tras
máscaras al momento de responder por sus actos.

Licenciado en ciencias politicas (UNA), comunicador, productor y editor de contenido creativo para medios de comunicacion o intereses particulares
