Corren tiempos donde la disputa informativa, diariamente juega su propio partido a nivel climático. Es un problema global con consecuencias palpables y urge que la comunidad de naciones, luego de diciembre del 2015, en la Cumbre de París, donde alcanzaron un acuerdo histórico, tomen la decisión férrea de aplicarlo a nivel planetario.
Pero veamos lo que ocurre en nuestro país. No hace mucho tiempo, en la gran mayoría de medios televisivos, al finalizar la jornada, un señor con riguroso traje y ceño adusto, daba la noticia del clima y el pronóstico para el día siguiente. Luego se incorporaron los mapas, todo más colorido, pero la tónica era bastante mesurada y raras veces se anticipaban ciclones, diluvios, focos de calor y otras catástrofes inminentes. Los diarios tenían una sección en algunas de las páginas finales y las radios, mesuradamente, daban los datos del tiempo cuatro o cinco veces al día.
En Paraguay, según www.weather-atlas.com, “el mes más cálido (con el máximo promedio de temperatura alta) es Enero (33.5°C). El mes con el promedio más bajo de temperatura es Junio (23.1°C).”
A pesar de tener acceso a estos valores en internet, hay una carrera sin ganador conocido, sobre quién tiene el dato más alarmante o la última información del próximo golpe de calor o el frío polar que penetrará hasta los huesos. Se recurre a los archivos y aparece el consabido termómetro con los 47º o bien las imágenes de gente con poncho, chullo boliviano y el tema no es otro que el consabido “qué calor o que frío”, atizado permanentemente al comienzo y final de cada programa radial, con las consabidas recomendaciones de los cuidados pertinentes.
Un clásico que no podemos dejar en el olvido era la famosa creencia popular que hablaba que, en épocas de Stroessner, no se hablaba de temperatura más allá de los 35º. “En aquella época, en este enero haría 25°, como mucho”, expresó el periodista y escritor Bernardo Neri Farina. Agregó que la información era “medida”, y la que no respondía al gobierno, era censurada.
Hoy, en tiempos con mayor libertad, el clima se convirtió en la vedette y no hay programa que se precie que no dedique un buen tiempo a estas cuestiones. Ayer nomás, al mediodía, luego de la lluvia del jueves (10 mm en zona central y supuestamente no ocurriría hasta marzo del 2021, según los más pesimistas), un mismo medio de comunicación, que se precia de tener la primera fuente informativa, en cuestión de minutos, en el informativo daba 22º; el programa siguiente abrió con 26º y en mi vehículo el reloj subía hasta 28º. ¿A quién creerle?
Y hablando de vedette, nadie ha dejado de poner en pantallas a la chica del clima. Naturalmente no se parece ni a mi abuela ni a mi tía. Por el contrario, es una jovencita pulposa, de líneas sinuosas, que con la mayor gracia y sonrisa nos anuncia las peores calamidades, para finalizar, por lo general, diciendo, “ojalá que no sea tan grave y a cuidarse”.
La chica del clima, luego pasará como por arte de magia a ser conductora de programas y hasta actriz, sin haber posado su vista, en algún manual básico de periodismo.
Curioso resulta que aún no hayamos visto a ningún musculoso del género masculino, ataviado con slip “animal print” y vincha haciendo juego, para deleite de la platea femenina.
Tal vez, luego de tanto quedarse en casa por la pandemia, y aburridos por los mismos discursos, formatos e imágenes, los productores recurran a este tipo de recursos no tradicionales y que seguramente no serían del agrado del Rubio General, que nos elegía la temperatura a gusto y paladar y con la sola intención de hacernos sentir bien.
