Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
Es evidente que el gran camino por alcanzar en la humanidad es la armonía. Es encontrar aquello que los revolucionarios franceses resumieron en la palabra fraternidad. Hemos hecho grandes avances en la libertad y en la igualdad, pero todavía nos falta mucho por desandar en el camino de la fraternidad, eso significa entender a aquel que es diferente a nosotros, que piensa distinto, que tiene un color diferente, y esa tarea por más que uno se denomine demócrata o viva en un país supuestamente democrático es una conquista y una lucha permanente que debe hacerse todos los días.
Los casos de racismo en Estados Unidos no son nuevos ni van a acabar con la muerte de un joven afroamericano en Minneapolis, y también lo que ocurrió recientemente en Atlanta y en otros lugares en donde cuando se tiene un presidente como Donald Trump que aviva la confrontación, la división permanente y constante en sus discursos, la situación emerge con mayor claridad, y en situaciones pandémicas como las actuales todos estos demonios se sueltan, salen de paseo y generan una sensación de que hemos avanzado muy poco en la tolerancia, la fraternidad, en la posibilidad de entender la diferencia como un valor y no como un recurso de confrontación.