No se trata literalmente de un insecto que moleste, pique y destruya nuestro entorno o vida. sino es el dispositivo telefónico, el celular, que usamos o nos usa con la información personal que manejemos allí. Esa herramienta con pantalla táctil que puede guardar musicas, imagenes, videos y textos cómo nuestras computadoras de escritorio, que para algunos ya ha ganado la etiqueta de ser un nuevo bicho para la humanidad por su capacidad de volverse adictivo para perder el tiempo haciendo nada o hacer de nuestro empleo uno móvil cómo nuestras “herramientas” de comunicación, trabajo o entretenimiento.
Sirven también para eso dando otro ángulo o perfil de funcionamiento a nuestro artilugio de empleo. No debemos tenerlo siempre vivo sino debe estar muerto o apagado en ciertos momentos y lugares de nuestra vida cómo en el dormitorio o el comedor con la familia.
El único grupo de personas que existió, existe y existirá para respondernos bien en los momentos críticos de nuestra vida y valen mucho más que aquel teléfono son los cercanos o los familiares con mejores diseños o funciones que el que tengamos ahora.
El tiempo se convierte en el ayer muy rápido y por querer estar al día con las cosas actualizadas que nos enseña el mercadeo. Una ciencia dedicada a estudiar lo que desea el mercado y cómo presentarle un producto o servicio de una forma eficaz para que este consuma la oferta.
De las que existen muchas en relación a “teléfonos inteligentes” que de forma ingeniosa tiene acceso a nuestros correos electrónicos, publicaciones en las redes sociales y datos que creemos están seguros en la peligrosa y sospechosa nube.
Una que no vemos, sentimos o escuchamos pero que usamos para guardar nuestras contraseñas, imágenes, textos y videos que en algún momento podrían desaparecer en precipitaciones virtuales que no conozcamos tampoco porque son falsas o virtuales.
Grandes riesgos y peligros
Este confuso término está haciendo que muchos cansados de tener ese “bicho” que les notifique desde las tareas marcadas por hacer hasta noticas de interés particular que llegan automáticamente sin tener en cuenta nuestras actividades, compañia o agenda real. Están también aquella pantalla para teléfonos de la vieja escuela, los “plegables”, “ladrillo” o todo aquel teléfono que por sus características estéticas y funcionales estén catalogados cómo “viejos”.Y que pueden ser antiguos, más si logran poner en contacto a personas que estén a una distancia que no facilite la comunicación real y efectiva entre las partes de un diálogo ya logra hacer lo que también es presentado cómo función del más reciente dispositivo en el mercado.
Uno que no tendrá pausa de producir y buscar maneras de lograr ubicar algún producto en particular que puede o no tener éxito en un momento y lugar específico si nosotros cómo consumidores nos hacemos de la oferta por la necesidad real de hacer uso de funciones presentadas o por solo querer lucir fugazmente el poseer la marca de una herramienta que debe ser usada. Debemos manejar estos dispositivos y no hacer que ellos nos manejen y generen adicción y distanciamiento del contacto personal.