El aeropuerto Silvio Pettirossi está a 9,8 kilómetros del centro histórico de Asunción y a no más de 6 de los nuevos ejes corporativos, financieros, comerciales y residenciales de la ciudad. Este enclave tan cercano a una parte sustantiva de los centros de negocios de interés internacional en la capital podría considerarse una ventaja competitiva frente a otras ciudades de la importancia política de Asunción. Pero hay un problema prácticamente insalvable y es que el Silvio Pettirossi es un aeropuerto obsoleto, ahogado por la creciente urbanización de su entorno y, en consecuencia, sin posibilidad alguna de albergar las terminales de pasajeros y de carga, el sistema de pistas, calles de rodaje, plataformas y los edificios de servicio que demanda el conglomerado del Gran Asunción.
Desde hace años se viene insistiendo en realizar obras de maquillaje de una estructura que ya no responde a los cánones tecnológicos del siglo XXI. Son remiendos e implantes que van transformando la vieja terminal en una suerte de Frankenstein arquitectónico impráctico y poco adecuado a las demandas del tráfico aéreo de la actualidad.
La administración aeroportuaria contemporánea encierra un aparente contrasentido, ya que apunta a lograr que el pasajero esté lo menos posible en tránsito o en espera, estatus que incomoda a las personas si se extiende más allá de lo prudente. Eso requiere no sólo un ajuste matemático de los horarios de vuelo, tanto los de partida como de llegada y de conexión. Todos los servicios propios del aeropuerto y los asociados como la gastronomía y el comercio responden a una planificación espacial muy estudiada. Por eso las estaciones de recepción, despacho de equipaje, migración y embarque guardan una secuencia muy precisa y requieren áreas de circulación despejadas que acompañen la corriente de viajeros en permanente movimiento.
El Silvio Pettirossi, en su formato actual, ha quedado desfasado. Tal vez pueda funcionar como un aeropuerto secundario, para la aeronavegación local, la operación de aviones privados y de jets ejecutivos. Pero el gran aeropuerto que necesita Asunción debe saltar al otro lado del río y buscar los amplios espacios abiertos del departamento de Presidente Hayes.
Es eso, o resignarnos a un aeropuertito de la era de aviones a hélice.