El país necesita saber la eficacia de los planes sociales
El Sistema Integrado de Información Social (www.siis.gov.py) informaba, en noviembre de 2018, la existencia de 2.048.353 participantes de los 96 programas reportados al sistema por las distintas instituciones públicas. Estos datos componen la base documental del denominado Programa Nacional de Reducción de Pobreza, cuyos ítems, advierte la pagina oficial, “no podrán ser disminuidos ni reorientados para financiar otros programas o proyectos”.
Este galimatías burocrático podría resumirse en un número: Gs. 650.000 millones (US$ 100 millones), cantidad que el Gobierno está destinando este año al Ministerio de Desarrollo Social, además de otras dos reparticiones que gastan dinero a cuenta de los conceptos descritos más arriba y que son la Secretaría de la Niñez y la Adolescencia y la Dirección de Beneficencia. Suponemos que en esas categorías se incluyen otras entregas de dinero como por ejemplo el que se reparte entre artistas en paro forzoso, pescadores alcanzados por la veda o comerciantes de frontera golpeados por la cuarentena. Posiblemente se cuentan también las pensiones “graciables” o no contributivas generosamente repartidas por el Congreso ni otros subsidios no especificados.
Sería interesante que algún Gobierno -el actual o el que venga- hiciera una rendición de cuentas sobre la entrega de estas cantidades siderales de dinero público. Pero una rendición en serio, no un desfile de filminas y de coquetos gráficos llenos de lemas políticos y apílonamiento de logotipos de instituciones públicas. Tampoco hablamos de contabilidades de fin de año sino de una auténtica evaluación costo-beneficio. Por ejemplo: En 2017, 208.963 jóvenes fueron beneficiarios de programas del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS). Otros 15.217 jóvenes participaron de actividades formativas realizadas en el MAG. Y así, un montón de otros ítems. Pero, ¿que hay de la eficacia de estos programas? ¿Cuántos jóvenes consiguieron trabajo y lo mantuvieron? ¿Qué pasó con los que fueron capacitados por el ministerio de Agricultura, encajaron o no en algún agronegocio sustentable?
Necesitamos estar seguros de que todo ese dinero no se ha dilapidado en propaganda política o en compra de voluntades. Aceptamos lo de luchar contra la pobreza y dignificar a paraguayos en situación de vulnerabilidad.
Pero no se pasen de vivos.