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Dignidad desterrada

¿Qué sabemos de las comunidades indígenas? No mucho, históricamente nuestra sociedad ha permitido que sobrevivan en la miseria y abandono absoluto, básicamente dejamos que unas 120.000 personas sean despojadas de todo derecho, recursos, riqueza y cultura.

Ganaron gran notoriedad y nos mostraron dignidad y valentía, dos cualidades que nuestra sociedad desterró junto con la población indígena. Hace tiempo que elegimos dejar de mirar la realidad de los pueblos indígenas. Hace tiempo decidimos conciente o inconcientemente ignorar el asunto indígena.

Estos días ganaron notoriedad porque un trabajador de estancia indígena Adelio Mendoza fue secuestrado junto con su patrón Oscar Denis, ante el hecho los demás miembros de la comunidad indígena no dudaron en ingresar al monte a buscar a un hermano. Entre los pedidos para el rescate estaba incluido entregar víveres, herramientas y medicamentos a 40 comunidades indígenas, y varias se negaron a recibir los insumos porque provenían de la extorsión.

Nos mostraron que a un miembro de la comunidad no se le abandona y que por más necesidad que se tenga no debemos caer en la corrupción. Con la hipocresía que nos caracteriza los aplaudimos y expresamos lo mucho que admiramos a los pueblos indígenas por su dignidad.

Pero no es verdad, como sociedad no los admiramos, los ignoramos, los ocultamos, los rechazamos y violentamos. Somos responsables por acción u omisión.

Ojalá tanta admiración se traduzca en exigencias al Estado para que desarrolle políticas públicas de protección de las comunidades indígenas, que cuando vengan hasta a Asunción para reclamar sus derechos no les maltratemos y cerremos las rejas de las plazas públicas, y cuando sean víctimas de abuso, violencia, violación y hasta crimen de odio exijamos justicia.

Así como repudiamos que los víveres de criminales, repudiemos cuando vienen de políticos estafadores de sueños.

Las comunidades indígenas como todas las personas requieren mucho más que víveres, debemos como sociedad garantizarles una vida digna con acceso a agua, electricidad, alimento, educación, salud, protección de su cultura y respeto como ser humano, sin que pretendamos imponer nuestros valores, sino respetemos su vida comunitaria.

Columnistas
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Expertos en Historias urbanas.

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