miércoles, octubre 29

Deja de idealizar a los demás / Félix Giménez

Debemos comprender que idealizar a alguien hasta el punto de ponerlo en un altar es
algo bastante común, pero significativamente peligroso. Se trate una figura pública, un
líder espiritual, un artista o incluso una pareja, convertir a cualquier persona en
símbolo de perfección nos aleja de la realidad y nos deja abiertos a la decepción.

Cuando elevamos a alguien por encima de todo lo humano, dejamos de ver sus
errores, sus contradicciones y sus límites. Esta ceguera social impide el pensamiento
crítico y solo aumenta la dependencia emocional. Además, colocar personas en un
pedestal no solo los deshumaniza, sino que también les brinda un poder desmedido
sobre nuestras decisiones, creencias y emociones.

La historia de la humanidad está repleta de incontables ejemplos de ídolos caídos:
líderes que abusaron de sus poderes, artistas que decepcionaron a sus seguidores,
parejas que no estuvieron a la altura de nuestras expectativas. No porque todos ellos
fueran malintencionados, sino porque eran simplemente humanos ordinarios, comunes
y corrientes como el resto. Y los humanos, tarde o temprano, siempre fallan.

Reconocer la humanidad en los demás con sus luces y sombras, es un acto que
requiere mucha madurez. Admirar no debe ser igual a idolatrar. Podemos respetar,
aprender, inspirarnos, pero sin perder la capacidad de cuestionar. El pensamiento
crítico es el antídoto contra la idealización ciega e hipócrita.

Entonces, no pongamos a nadie en un altar por más genial que parezca. Porque
cuando el pedestal se rompe, es muy probable que el golpe lo terminemos de recibir
nosotros. Mejor construir lazos desde la realidad, no desde la fantasía. Así, el respeto
quizá sea auténtico y la decepción menos devastadora.