Un relato es una narración o cuento y es también el conocimiento que se da, generalmente detallado, de un hecho. Lo percibimos en una reunión social, o por los medios de comunicación al leer, escuchar o ver una publicación que se haya hecho por ahí. Este fin de semana me tocó leer un artículo que lo escribió Gabriela Martínez Palma titulado “Nueve días en el IPS”, siendo el IPS el Instituto de Previsión Social y la intensidad, el grado de fuerza con que se manifiesta un agente natural, una magnitud física, una cualidad, una expresión, etcétera. Existen relatos que pueden ser ligeros o normales que no generan ninguna reacción o emoción y otros cómo el de Martínez Palma.
Al terminar el mismo uno queda pensando no solo en la experiencia de la periodista sino de todas las personas que viven lo mismo en un lugar donde no solo debe existir orden, limpieza, empatía y profesionalismo porque es para lo que un asegurado por el servicio ha pagado por el tiempo de empleo que tuvo. Y eso para cuando una complicación sanitaria sea adecuadamente evaluada y tratada para recuperar su salud para vivir en paz, sin dolor u obstáculos en el organismo que hagan difícil el respirar, tragar, ver, escuchar o moverse sin dilemas.
En la narración la periodista comparte la experiencia que tuvo con su padre que se encontraba internado y lo que pudo ver y escuchar a su alrededor, que para quienes tuvieron la oportunidad de acercarse al hospital central del seguro social, pueden coincidir con la periodista; personas acumuladas en los pasillos, durmiendo y comiendo en los mismos, “viviendo” sobre el suelo, algunos mendigando atención, comida, una moneda o billete para hacerse con un medicamento o alimento.
Atención deficitaria
Y no se limitan a estar en el edificio, hay otras personas acampadas en el estacionamiento en carpas o bajo techos improvisados con cualquier material que proteja de cualquier lluvia o frío, que ahora en invierno, mientras usted lee esto en su oficina, casa o cualquier lugar entre paredes y bajo techo, existen seres humanos cómo sus hermanos, padres, sobrinos, nietos, abuelos o conocidos que no solo están en la calle sino en un sitio en el que debe existir paz, seguridad y calidad en el servicio de atención médica. La misma que no solo necesita de herramientas, espacios diseñados y construídos para atender bien a quien esté enfermo o perjudicado de alguna forma, sino sobre todo que cuente con la presencia de personal médico con suficiente preparación y experiencia suficiente.
Para hacer que cualquier accidentado o enfermo cuente con atención y cuidados oportunos para que puedan volver a su rutina frecuente sin complicaciones. Cómo las que habrán visto o escuchado en su visita a este lugar. Y en el relato que que comparte Martínez Palma podemos notar que todavía existe mucho que ajustar en el IPS que tiene 1.462.687 asegurados en total, incluyendo tanto a trabajadores cotizantes como beneficiarios que no deben depender de otros para que el lugar esté limpio y ordenado sino también entre los presentes asistir a quienes estén ocupados de la limpieza y el orden, evitando producir suciedad o hacer desorden en un lugar donde debe reinar la armonía y paz para que el paciente cómo el tratante tengan exitosas visitas en un lugar que no debe producir relatos con fea intensidad sino en lo posible de personas recuperadas y felices de volver a hacer lo que no pudieron por un tiempo. El IPS debe cambiar el trato a sus aportantes y hacerlo con dignidad es urgente y necesario.

Licenciado en ciencias politicas (UNA), editor, comunicador, productor y editor de contenido creativo para medios de comunicacion e intereses particulares