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De Pentagon Papers a Watergate

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Por Cristian Nielsen

El suceso disparador sucedió hace hoy 50 años. El 17 de junio de 1972, en el vasto complejo hotelero Watergate ubicado a orillas del histórico rio Potomac de Washington, un guardia de seguridad halló puertas sospechosamente entornadas en los pasillos que llevaban al Comité Nacional del Partido Demócrata. Poco después eran detenidos cinco sujetos vistiendo el típico mameluco de los plomeros y portando cajas de herramientas. El equipo había estado trabajando en las oficinas demócratas para interceptar teléfonos y permitir a los estrategas republicanos disponer de información privilegiada sobre los movimientos del candidato George McGovern. En diciembre de ese mismo año, Richard Nixon se presentó a reelección propinando una demoledora paliza a su oponente capturando el 61% de los votos electorales.

Nixon asumió su segundo periodo pero apenas pudo sostenerse un año y medio. El escándalo Watergate le estalló en la cara y el 8 de agosto de 1974 renunciaba a la Presidencia de los Estados Unidos. Antes lo había hecho su vicepresidente, Spiro T. Agnew, arrastrado por un escándalo de corrupción. Esto determinó que Gerald Ford, nombrado por Nixon en reemplazo del renunciante, se convirtiera en el primer presidente norteamericano no electo en comicios generales.

PLOMEROS ESPIAS
En los cuartos de interrogatorios del FBI, los plomeros espías lo cantaron todo. Virgilio Gonzáles, Frank Sturgis, el abogado Henry Rothblatt, Bernard Barker y Eugenio Martínez eran exiliados con fuertes vínculos con la contra revolución cubana, algunos de ellos participando en operaciones encubiertas para la CIA, incluido el desastroso desembarco de
anticastristas en Bahía Cochinos en abril de 1961. Un sexto elemento, un tal McCord, era técnico en intercepciones electrónicas para la CIA. En los días de Watergate, se había hecho cargo de la seguridad del equipo de campaña de Nixon.

De a poco fue surgiendo una red de espionaje que Nixon y su equipo se empeñó en negar desde un comienzo, alegando una persecución política en medio de su carrera hacia la reelección. Pero las publicaciones cada vez más detalladas y profundas de la prensa, en especial del Washington Post y el New York Times, fueron revelando desde malos manejos de fondos de campaña hasta destrucción de documentos oficiales, en especial, cintas con registros internos de audio de la Casa Blanca. Tras resistirse a entregarlos, los carretes fueron a la mesa de la fiscalía y mostraron un hueco de 18 minutos borrados por operadores de la sede presidencial. Fue el silencio más estruendoso en la historia de la Casa Blanca.

El derrumbe de Nixon se profundizó a partir de allí.

PAPELES CANTAN
El escándalo del Watergate consagró las figuras de Bob Woodward y Carl Bernstein, periodistas de investigación de The Washington Post. Develado el intríngulis y alejado Nixon de la presidencia, ambos decidieron publicar su experiencia en el libro All de President’s men que salió a la venta en 1974. Dos años después, el director Alan Pakula (Matar un ruiseñor, El informe pelicano) decidió llevar a la pantalla lo que parecía ser un relato pesado y agobiante en detalles pero que el escritor William Goldman se encargaría de convertir en un thriller trepidante. Uno de los protagonistas, Robert Redford, ya había respondido a los guiones magistrales de Goldman en Butch Cassidy and the Sundance Kid así que no dudó en sugerir su inclusión en el elenco, compartiendo pantalla con otro
grande en agraz, Dustin Hoffman.

Pero el piso ya le había temblado antes a Nixon. Fue en junio de 1971 cuando el New York Times publicó una primera tanda de documentos contenidos en cierto informe de inteligencia encargado por el Secretario de Defensa Robert McNamara. Eran 47 biblioratos con un relato detallado de la forma en que Estados Unidos se había involucrado militarmente en Viet Nam entre 1945 -poco después de rendido Japón y finalizada la WWII- y 1967.

El dosier revelaba que en lugar de reducir su participación en acciones militares en el sudeste asiático, Washington la había incrementado incluyendo bombardeos en Laos, ataques costeros contra Vietnam del Norte e incursiones de marines en territorio sur. La publicación de estos documentos enfureció a Nixon que puso en acción todas sus armas de presión, incluido un dictamen del Fiscal General, intentando silenciar a la prensa. Pero cuando el Washington Post tomó la posta y publicó más documentos, la opinión pública hizo saber su indignación, llegando el caso a la Corte Suprema de Justicia que falló a favor de ambos diarios, en una sentencia histórica que consolidó el imperio del derecho del ciudadano a informarse sobre asuntos de su directo interés.

OTRO LIBRO, OTRA PELICULA
Aunque no alcanzaron el estatus de libro, los papeles del Pentágono (Pentagon Papers) abrieron una auténtica caja de Pandora que, de la noche a la mañana, rompió la aparentemente apacible y exitosa presencia de los “asesores militares” norteamericanos en la creciente crisis militar de Indochina y preparó el terreno para la crisis del Watergate.

Esta vez, la película se hizo esperar. En 2017, Steven Spielberg puso sobre la mesa un presupuesto de US$ 50 millones para contar con los protagónicos de Tom Hanks encarnando al mítico Ben Bradlee, editor general del Washington Post, y Meryl Streep, la directora Kay Graham, heredera de un periódico de modesta condición que su valentía se encargó de transformar en un faro mundial de la libertad de prensa.

Medio siglo separa de aquellos sucesos que conmovieron al mundo y que generaron dos obras cinematográficas tan atrapantes e inolvidables como los hechos mismos.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.