Desde Fort Lauderdale (EEUU)
Benjamín Fernández Bogado
Enviado Especial
Hace un año EEUU se debatía con la muerte. Cada día eran más de 4 mil los fallecidos y todos miraban en el horizonte los caídos en la guerra de Vietnam que fueron más de 60 mil para comparar una de las guerras que más cicatrices había dejado en este país.
El presidente de aquella época Donald Trump sugería buscar una cama solar y aplicarse sobre el cuerpo para acabar con el coronavirus mientras su asesor Faucci mostraba asombro y perplejidad pero no renunciaba al cargo de epidemiólogo jefe de este país.
Tampoco creía en el tapabocas ni el distanciamiento social. La parca se la cobró impidiendo su reelección unos meses después. Quería minimizar el impacto del virus y atacaba a China mientras la economía se desplomaba a niveles similares de la recesión.
Todo era obscuridad en la primera economía del mundo y las apuestas más trágicas subían de punto. Finalmente, las cifras superan los 600 mil muertos lo que representa muchos más que todos los caídos en todas las guerras en las que estuvo envuelto este país.
Ahora la historia es diferente. Las tres compañías farmacéuticas (Moderna, Pfizer y Jansen) produjeron millones de biológicos y casi llegan al 70% de los inoculados para el 4 de julio cuando esperaban celebrar el fin de la pandemia como generalmente lo suelen hacer los norteamericanos tan afectos a este tipo de eventos. Con esa cantidad de personas vacunadas y en contra de la campaña de muchos que se niegan a ser inoculados puede considerarse un gran triunfo la claridad que emerge en este país.
Ha sido también un llamado de atención con todo a la necesidad de mejorar la eficacia del sistema de salud que viene lastrando injusticia y falta de equidad en un país donde más de 40 millones de personas no tienen ninguna cobertura médica. En famoso centro hospitalaria de Houston todo refulge pero distante para muchos. El Dr. Segundo Ibarra es psiquiatra de niños y adolescentes en este país desde hace más de 20 años y reconoce que falta mucho para poner al servicio de todos un sistema de salud que presume de su alta complejidad y eficacia.
UN PAÍS POLARIZADO
Para el Dr. William Gilick, ex decano de la escuela de negocios de la famosa Universidad de Rice, los tiempos tienen que servir para ver el horizonte con mayor claridad y eficacia. El paso de Trump ha sido altamente dividido y habría que recuperar la capacidad de tolerar las diferencias y acercarse de nuevo a la diversidad. Mientras tanto en el profundo sur todavía creen que hay una conspiración de Gates, Bezos, Soros y las tecnológicas que le han robado el alma a los estadounidenses. Protestan usando muchos de los productos colocados por sus «enemigos» en el mercado.
Hay un EEUU dividido por los cambios en los modelos económicos y habría que buscar culpables para justificar los altos costos que tienen que cambiar al mutar el sistema. No están seguros tampoco de cuál podría ser la opción y como los jóvenes pueden enfrentar el futuro. En la escuela secundaria Berea en Greenville muchos toman clases de recuperación mientras los niveles de interés en la educación no se asemejan en nada a lo que alguna vez fue el gran motor de la movilidad social. La maestra paraguaya-americana Marta Walhen afirma que es muy difícil enseñar en condiciones como las actuales y todavía peor si los alumnos vienen de situaciones de pobreza y marginalidad como muchos provenientes de Centro América, México y los sitios marginales de familias negras.
MUCHAS INTERROGANTES
La educación, la economía, el ánimo de buscar nuevas fronteras en Marte están todos entremezclados en este gigantesco melting pot donde alguna vez se fraguó el sueño americano. Hoy todo está en entredicho y los americanos lo padecen a pesar de emerger a la claridad luego de meses donde no se cansaron de contar los muertos por covid. Habría que ver a futuro cuando han aprendido de esta gran lección.
Algunos afirman que muy poco y que se retornará al business as usual en menos tiempo de lo pensado. Mientras tanto todo se debate en clave de sobreviví encía. Casi como nosotros solo que sin vacunas.
En estos días de recorrida por los EEUU por el único periódico paraguayo interesado en testar la gravedad de estos cambios, claramente comprobamos las cicatrices que ha dejado la pandemia a su paso por el mundo y en especial en el país de la mayor cantidad de víctimas y de más pronta recuperación. Testimonio de un tiempo extraordinario en un mundo muy ordinario.
