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Críticas en temporadas electorales

 

Estamos en varios países de América latina en campaña electoral donde las diatribas e insultos hacen parte de ella aunque después  sus protagonistas acaben abrazados y en cenáculos de alegre camaradería.

En la política se da el uso de la palabra para transmitir mensajes positivos o negativos de acuerdo a la óptica del receptor. Una que puede aprobar o negar lo que escucha o ve de acuerdo a quien o que siga. En Brasil con elecciones en los primeros días de octubre ahora se están dando campañas políticas que servirían para definir su próximo gobierno y en las mismas se puede registrar el uso intenso de adjetivos apelando a la religiosidad de su población. Lula Da Silva quien busca su reelecciòn luego de estar preso se lanza cómo una propuesta al ciudadano brasileño para elegirlo cómo presidente  y ha catalogado a Bolsonaro “cómo poseído por el diablo” en el lanzamiento de su  campaña electoral. 

El favorito de izquierda  contrarresta con eso  los esfuerzos del presidente de extrema derecha para armonizar con los votantes evangélicos en un país amargamente dividido.

Distinguir la verdad de la mentira

El 2 de octubre se llevarán a cabo las elecciones presidenciales brasileñas donde por un lado se encuentra cómo opción desde la izquierda Lula y por la derecha Jair Mesías “el satanizado”  quien está 20 puntos por debajo del ex sindicalista. 

Hay que escuchar bien lo que dicen y porqué lo dicen. Cuando usan mucho a Dios en sus discursos como Abdo quien dijo que la lista 3 del coloradismo, que es el suyo, “es el padre, hijo y espiritu santo”  ahi hay que desconfiar si lo que le falta es contenido a su discurso político o su electorado es tan tonto que lo quiere usar o manipular. 

La razón de estas conclusiones es  que siempre es difícil probar la veracidad de estas cosas dominadas por la pasión y no por la razón.  Ser catalogado cómo satanizado o pervertido, cómo lo ha hecho Da Silva a Jair Bolsonaro puede ser muy débil para lo que escuchamos entre nosotros donde Cartes afirmó que sus adversarios: “toho to japiro” recibiendo loas y aplausos luego de su bajeza y ruindad.

El elector tiene la palabra. Premia o castiga este tipo de manifestaciones y envía con ello un mensaje contundente acerca de lo que espera que sea la democracia.

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